Manolito ha cumplido años y sus amigos le han hecho una fiesta sorpresa. Es el hilo conductor de una chirigota que el año pasado consiguió el primer premio y que en esta ocasión logra volver a divertir partiendo de una premisa elemental: para ello, es importante divertirse primero.
Manolito es Marco Castañeda: el y sus amigos tienen, en verdad, tantos años como "Meses pasados por el Revellín". Pero vuelven a ser niños por un momento, por una media hora en la que no faltan las críticas a la eternidad de las obras en Ceuta y guiños a la infancia con Parchís como sostén principal de las bandas sonoras.
Los pasodobles: el primero, bastante tierno, dedicado a un niño con autismo. El segundo, merecido, a Jerónimo Romero. Los cuplés para un gato que canta como un octavilla y el segundo para una cita peculiar en redes sociales.
El teatro entra al trapo de estos veteranos carnavaleros, a estos cumpleañeros a los que no les falta de nada... salvo vergüenza. En el buen sentido de la palabra.