jueves. 25.04.2024

No es el primer caso en que, ante la falta directa de familiares cercanos, una persona decide legar todos sus bienes a quien cuida de ella en los últimos tiempos de su vida. Pero el caso en cuestión tiene dos peculiaridades que lo hacen noticiable.

La primera: la ausencia de notarios, aunque si hay fedatarios. Cuentan desde el despacho ceutí Alonso Hieckle Abogados que la mujer en cuestión reunió a sus vecinos para indicarles que, en el caso de su fallecimiento -que preveía inminente- todos sus bienes quedasen a merced de su cuidadora.

Y la segunda: sin saberlo, la difunta convirtió a todos sus testigos en notarios de su voluntad. Algo, los testamentos especiales, que el Código Civil prevé que pueda llevarse a cabo para circunstancias especiales  como puedan ser la guerra, un naufragio, o una epidemia. De hecho, la señora "sin darse cuenta instituyó heredera a su amiga ante testigos hábiles en tiempo de epidemia, como prevé código civil".

Una circunstancia que no se produce, por tanto, desde hace casi un siglo: la anterior epidemia fue la de la mal llamada gripe española -comenzó en Kansas en la I Guerra Mundial, conflicto en el que nuestro país fue neutral y los medios nacionales centraron su atención en la gripe en vez de en el frente- o en la Guerra Civil.

Tramitado en Ceuta el primer testamento por epidemia en más de un siglo