El pasado miércoles, la delegada del Gobierno comparecía en rueda de prensa para ofrecer los datos de la gestión del Gobierno de la Nación en relación con Ceuta durante todos los meses. Cristina Pérez ofreció, entonces, una batería de datos y números. Suele ser lo habitual, porque como ella misma decía, aunque el número es frío, cada estadistica representa una persona, una vida.
Llegados a un momento, y de modo consecutivo, la delegada ofrecía dos datos: el de los funcionarios, 9.928, y el de los perceptores del Ingreso Mínimo Vigtal. Este asciende a 9.787, de los que 5.410 son adultos y el resto menores de edad, según palabras de la propia inquilina de la Plaza de los Reyes.
A este dato, hay que sumarle un tercero, recientemente conocido: el de los 10.682 desempleados que, según el SEPE, tenía inscritos en Ceuta a 31 de julio. Es decir: entre parados, funcionarios y perceptores del IMV suman 30.397 personas. La siguiente operación matemática es obvia: conocer el porcentaje que supone esto sobre la población total de Ceuta.
Hablamos de que, a 31 de enero, en Ceuta éramos 83.287 personas. Es decir: el 37% de los ceutíes o es funcionario o no trabaja o percibe el Ingreso Mínimo Vital. Son datos y porcentajes, perfectamente contrastables, si queren, por ustedes mismos. No quiere decir que el resto de la población trabaje por cuenta ajena o sea autónomo: no hemos hablado del mayor porcentaje de población joven, junto con Melilla, de todo el territorio nacional. La estadística, en efecto, es fría y en una ciudad tan peculiar como esta, interpretable. Pero los datos, en efecto, dibujan este panorama.