2022 estará, irremisiblemente, ligado a un lugar: Ucrania. La ex república soviética es el lugar en el que los tambores de guerra empujan a una confrontación bélica a gran escala como no lo hizo, posiblemente, desde que las tropas alemanas entrasen en Polonia. Ello ocurrió en febrero: desde entonces ciudadanos de todo el mundo hemos aprendido a golpe de realidad quien es Volodimir Zelenski, que es el Donbass y topónimos como Zaporiya, Mariupol u Odessa están presentes en nuestras conversaciones diarias.
También, como no, la solidaridad: España como el resto de paises se ha posicionado del lado de Ucrania. Y ello se ha notado en el empadronamiento de ciudadanos ucranianos en casi todas las regiones. Todas, menos dos.
Efectivamente: Ceuta y Melilla. En la Ciudad hermana se empadronó una persona en marzo. Más que en los seis primeros meses de todo el año en Ceuta. Según el INE, en el capítulo de altas de ciudadanos ucranianos no se han producido movimientos en lo que llevamos de año. A 31 de diciembre de 2021, había empadronadas tres personas procedentes de Ucrania.
Ojo: hablamos de empadronados, no de personas acogidas temporalmente. A nivel nacional, la cosa cambia radicalmente. El año comenzó con 110.977 ciudadanos ucranianos empadronados en nuestro país. Solo en los seis primeros meses, lo han hecho 57.210 personas: el 51'55% de los que ya había. Tiempos de guerra: tiempos de huida.
