viernes. 29.03.2024

Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que la geografía propone y la historia dispone. Porque hay lugares, por muy recónditos o pequeños que puedan parecer, ligados siempre a la historia de una ciudad, un país o todo un continente. Es el caso de la playa de El Tarajal: la misma en la que el ex acalde Sánchez Prados y varios de sus ayudantes fueron fusilados un 5 de septiembre de 1936; la misma en cuyas cercanías se hundió el suelo el 21 de noviembre de 1951 para llevarse consigo a casi todos los miembros de la añorada Orquesta Maracaibo. Ese mismo lugar que hace cinco años acogió la mayor tragedia migratoria -ya es decir- de la historia de Ceuta. Ya lo saben: quince subsaharianos, uno aún por identificar, que mueren ahogados cuando tratan de entrar a Ceuta nadando. Algo, nadar, que precisamente no sabían hacer muchos de ellos.

 

Conocida es la conmoción que aquello supuso, no sólo en Ceuta sino a escala mundial. Medios de comunicación de todos los países se hicieron eco de aquel drama, con películas documentales rodadas ex profeso para tratar de ofrecer versiones y visiones sobre aquellos fatídicos hechos. Un cruce de declaraciones entre partidos políticos y un camino judicial aún por recorrer.

 

Y una verdad que si parece absoluta. La que recoge la placa que colocan los miembros de la manifestación que, sin incidentes y con un ambiente festivo por momentos, recorre la distancia entre los Jardines de la Argentina y la Playa de El Tarajal: "En memoria de las quince personas que el 6 de febrero de 2014 en busca de una vida mejor lo único que encontraron fue la muerte".

 

El acto concluye con la lectura de un manifiesto en el que en castellano, francés y dariya se define la tragedia  como "el reflejo de una Europa que nos avergüenza, una Europa fortaleza que levanta vallas para separarnos". También hay 'recaditos' para el actual Gobierno, que produce a los manifestantes "rabia, impotencia y una enorme tristeza al ver como bloquea la salida de barcos de rescate, dejando que personas mueran en el mar o inyecta millones de euros a países como Marruecos para que, entre otras cosas, instale nuevas concertinas allá donde no se pueda cuestionar a la Europa que hace alerde de ser defensora de derechos".

 

A la marcha acuden rostros habituales: dirigentes de Caballas como Mohamed Alí o Juan Luis Aróstegui, el candidato de Podemos, Ramón Rodríguez Casaubón o miembros de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, como Rafael Lara. Y avisan a quien quiera escuchar que volverán mientras "que no dejemos de ver muerte, violencia, impunidad o vulneración de leyes y derechos humanos" en las fronteras. Todo en recuerdo de una triste mañana de febrero en la que, lo único claro de momento, es que aquellos metros de hermosa playa escribieron un capítulo más en su luctuosa historia.

Tarajal: la herida que nunca cierra