viernes. 19.04.2024
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Alberto Gallardo: "La Fundación Eduardo Gallardo Salguero ayuda al paciente y a todo su entorno"

Todos nos hemos olvidado algo en algún momento: las llaves, una fecha, el nombre que va con una cara. Cuanto más pasan los años, más posibilidades hay de que un despiste sea una señal de algo más grave, de algo irreversible. 

La mayoría de las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o la demencia, no tienen cura. Ni siquiera prevención. Sin embargo, un diagnóstico de este tipo no quiere decir que haya que rendirse. Alberto Gallardo, fundador de la Fundación Eduardo Gallardo Salguero, recuerda cómo su padre, tras perder a su mujer por la misma dolencia, decidió por iniciativa propia estimular sus habilidades cognitivas. “Él era consciente del diagnóstico que tenía y no quiso tirar la toalla. Hacía muchos ejercicios de memoria, sudokus, leía la prensa todos los días, anotaba las cosas que iba olvidando”. Los resultados los llevaron a Alberto a darse cuenta de que la enfermedad no se cura, pero puede retrasarse su progreso. Así nació en 2012 la Fundación que lleva el nombre de su padre. 

“Busqué un terreno, que nos cedió el Ministerio de Defensa, y los restauramos con fondos propios”, explica. “La intención era atender solamente a 25-30 personas, porque en Ceuta ya existen centros especializados de Alzheimer, como Cruz Roja y la Asociación de Familiares con Alzheimer (AFA) pero nadie se centraba la prevención”. El objetivo de la Fundación es promover su autonomía personal y prevenir la dependencia de los pacientes recién diagnosticados o que están en el primer estadio de una demencia. “Cuando vemos que alguien pasa al estadio II, los técnicos realizan un informe y lo derivamos al centro de atención que la familia elija”. 

Para mejorar la calidad de vida y la autoestima de los pacientes “es fundamental que vengan con un diagnóstico de su médico para saber por dónde empezar”. Gallardo destaca que cada vez más los facultativos de la sanidad ceutí detectan los casos de Alzheimer u otra patología neurodegenerativa en sus inicios, permitiendo las terapias que ayudan a ralentizar el progreso de la enfermedad. A pesar de ello, la Fundación también cuenta con un grupo para quienes no tienen un diagnóstico confirmado pero han notado algunos síntomas. “Muchos vienen a consultar  y si los técnicos del centro ven que hay un pequeño deterioro cognitivo, también los atendemos”. 

Hoy en día, el centro se ha ampliado y en torno a 65-70 personas acuden diariamente al centro para participar en terapia ocupacional y actividades de estimulación cognitiva, como la musicoterapia, la jardinería, manualidades o escritura. “Los técnicos del centro son fantásticos” comenta Gallardo. “Rosa, la terapeuta ocupacional, es una máquina y está todo el día inventando”. Uno de los proyectos recientes fue la creación de un mercado en las instalaciones. Los pacientes dibujaron y construyeron todos los productos y puestos de un mercado.  “Incluso el dinero lo habían hecho ellos. Algunos hasta se guardaban los pescados y los billetes en el bolsillo para llevarse para la casa”, explica Gallardo con una sonrisa. Pero la actividad no acabó ahí. Una vez que los profesionales vieron las capacidades de cada uno, el grupo de pacientes preventivos y algunos de estadio hicieron una salida a la calle para ir al supermercado y ponerlo en práctica. 

Por las mañanas los trabajadores de la Fundación ayudan a los mayores a fortalecer el lenguaje, la atención, la memoria, el cálculo y la psicomotricidad para paliar y prevenir que actividades tan aparentemente sencillas como ir a la compra sean imposibles. Por las tardes, el centro acoge una docena de niños con problemas neurológicos que asisten a los colegios concertados por el Estado por la mañana, pero que “necesitan atención también por las tardes”, dice el creador de la institución.

La Fundación Eduardo Gallardo Salguero no sólo se centra en los pacientes, sino que ayuda a todo su entorno, con visitas a domicilio a cuidadores y familiares. “Dicen que lo más importante es cuidar al cuidador”, afirma Gallardo al comentar la dura labor de los que rodean al enfermo. “Muchas veces necesitan desahogarse, por lo que nuestro psicólogo y nuestro trabajador social dan también apoyo psicológico a la familia”. 

Gallardo recuerda un caso en el que la hija de una paciente le contaba cómo su madre no tenía un caso de Alzheimer como parecía sino una depresión profunda sin detectar que mermaba sus capacidades.  Al participar en las terapias y actividades su bienestar físico, psíquico y mental mejoró hasta el punto de poder incorporarse a una vida normal y dejar el centro. “Su hija me contó que ahora maneja el móvil con Facebook y WhatsApp y antes eso ni se lo podía imaginar.” 

Casos así no son los más comunes, incluso hay pacientes que no se adaptan al funcionamiento de las actividades. “Los que encajan se lo pasan pipa y el fin de semana echan de menos estar ocupados, pero los pacientes que no son conscientes de su enfermedad, se ven rodeados de enfermos y no quieren estar allí”. 

La concienciación y educación de la población y del sector médico es otro de los frentes en los que la Fundación desarrolla su labor. La colaboración con los especialistas en neurología y las asociaciones como ACEFEP, Asociación Salud Mental Ceuta, son herramientas básicas para ello. La directiva también organiza charlas y conferencias con profesionales de la sanidad, como el cardiólogo José Calabuig Nogués, y de la sociedad, como la periodista Isabel San Sebastián. Gallardo recuerda que a San Sebastián se le saltaron las lágrimas de la emoción al conocer el proyecto cuando realizaba la presentación de su libro en Ceuta. 

El creador de la Fundación, Alberto Gallardo  recibe con los brazos abiertos a todo el que quiera colaborar para que este centro innovador siga ejerciendo su labor de prevención de la dependencia de nuestros mayores en la ciudad.

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