HISTORIA- ASESINATOS QUE MARCARON NUESTRO TIEMPO- VIII

Bella, ciao

La muerte es posiblemente el acto más democrático que existe, pues todos estamos llamados a ella. Sin embargo, ha habido fallecimientos a lo largo de la historia que han alterado el curso de la misma. Desde jefes de Estado a humildes panaderos, Ceuta Televisión les ofrece algunas de las muertes más influyentes de las últimas décadas. Asesinatos que cambiaron el mundo

Quizá convendría medir a la Transición española, como a todos los grandes procesos, no con los ojos de la actualidad sino valorando el contexto de la época si es que esta no se vivió. Solo así puede entenderse que las cosas en aquel período pudieron hacerse mejor, pero que también pudieron desembocar en otra guerra civil como la de 1936. Sólo así se puede llegar a la conclusión de que aquel proceso no solo no fue fácil, sino que estuvo seriamente amenazado por capítulos como el que hoy rememoramos.

 

Hoy nos centramos en una mujer, cuyo nombre a simple vista no nos dice nada. Sin embargo, la historia se cebó con ella, situándola dos veces de modo macabro en el disparadero. Se trata de Dolores González Vázquez, una abogada nacida en León en 1946. Trata de hacer carrera en Madrid, y estudiando Derecho coincide con el que sería uno de los grandes amores de su vida: Enrique Ruano, un joven que encabeza en varias ocasiones las protestas estudiantiles contra un régimen que ya encaraba su recta final. Entre los dos nace un romance que acabaría con la muerte de el: oficialmente, Ruano se suicidó estando detenido en los calabozos. La familia y la propia Dolores siempre sostuvieron que aquello fue un asesinato. Un compañero de aulas, Alfredo Pérez Rubalcaba, decidió entrar en política a raiz de aquello

Es 1969. La vida, pese al golpe transcurrido, sigue. Lola González comienza a ejercer como abogada y rehace su vida sentimental junto a un amigo de Ruano y compañero de profesión. Es el ceutí Javier Sauquillo, con el que funda uno de los primeros despachos laboralistas de España. Un despacho que comienza poco a poco a crecer, al que se incorporan como socios algunas personas que luego darían que hablar en la vida política española. Nombres como Cristina Almeida. O el de Manola Carmena, que el 24 de enero de 1977 tenía una reunión con unos clientes, por lo que cedió su mesa a un compañero.

 

Aquello le salvó la vida. A última hora de la tarde, un grupo de pistoleros -vinculados a la extrema derecha y supuestamente a la Red Gladio- irrumpe en el despacho y dispara contra todos los presentes. Javier, instintivamente, se echa encima de Lola. Quiere protegerla a ella y a la criatura que lleva en su vientre. El, como otras seis personas, fallecerá horas después. Ella pierde al niño y tardará años en recuperarse de un balazo en el ojo. Quienes la conocieron, dicen que nunca volvió a ser la misma. “Mi vida es la tragedia”, confesó a un periodista años antes de morir en 2015. Ella murió de un cáncer; su segundo esposo, José María Zaera, decide quitarse la vida y ambos cuerpos son encontrados el 27 de enero de 2015. Volvamos a 1977: días después de la matanza, el PCE presenta la documentación para ser legalizado. El 9 de abril, un Alejo García al que le cuesta respirar -cuentan que subió corriendo las escaleras de Radio Nacional para no perder ni un segundo, lo que se le notó y mucho- hacía uno de los anuncios más importantes de la Transición: el Partido Comunista de España ha sido legalizado. Era el “Viernes Santo Rojo”.

A Sauquillo, una calle con su nombre le recuerda en la Ceuta donde nació. A Ruano, no pocos homenajes, principalmente del Partido Comunista de España al que todos pertenecieron. Y posiblemente aquella abogada cuyo entierro se convirtió en un auténtico homenaje de “camaradas” y “banderas rojas” sintiera como propias aquellas palabras de “Bella Ciao”, de moda y remezclada hoy por una serie de televisión: “Y si yo muero, de partisano, tu me debes enterrar”...

 

 

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