miércoles. 24.04.2024

Cuando el mar y la guerra unen sus destinos, el resultado suele ser trágico. Y este caso, no es una excepción: en 1941, la armada alemana hundía el SS Thistlegorm, un carguero británico desplazado a la zona del Mar Rojo para trasladar a tropas del Reino Unido que aseguraran la defensa del Canal de Suez. Las tropas nazis buscaban al mítico Queen Mary, que estaba en esos momentos realizando trabajos de movimiento de tropas, pero encontraron al citado barco y lo hundieron en cuestión de minutos. De sus 48 tripulantes, 9 murieron ahogados. El navío había sido fabricado un año antes en los astilleros escoceses de Glasgow.

 

El barco quedó en el fondo del mar, a una hora de navegación de la localidad egipcia de Sharm el Sheij. Sin embargo, y pese a que parecía haber sido sepultado no solo por el mar y las bombas sino por el olvido, alguien tuvo conocimiento de la historia y decidió buscar el pecio. Ese 'alguien' era, posiblemente, el submarinista más célebre de todos los tiempos: el mítico buzo y divulgador francés Jacques Cousteu. Localizó el pecio en 1955.

 

Aquello quedó como un tesoro local, hasta que en 1995 comenzaron a llegar expedicionarios de varios países atraídos por la leyenda del barco escocés hundido frente a las playas de Egipto. Posiblemente los últimos en visitarlo, hace horas, han sido submarinistas ceutíes: 28 pertenecientes al Club Burbujas que están aprovechando la semana blanca para realizar una actividad de vida en barco.

Así pues, los buzos ceutíes han podido emular al gran Cousteau y vivir la experiencia "inolvidable" de practicar submarinismo entre los restos del barco, y la icónica motocicleta hundida bajo las entrañas del Mar Rojo. Un avistamiento que "The Times" -periódico que, entre otras cosas, tiene la costumbre de elaborar ránkings de todo lo imaginable- define como uno de los diez avistamientos submarinos que hay que ver antes de morir...

 

Burbujas, tras la huella de Cousteau