China se encuentra volcado en una campaña de vacunación masiva con el objetivo de alcanzar a 50 millones de personas, cuando se ha producido el peor rebrote de los 6 últimos meses, que a su vez, ha causado la primera víctima mortal desde hace 8 meses.
Para atajar los focos de los rebrotes - el más inquietante se localiza en la provincia de Hebei, vecina de Pekín, con cinco ciudades cerradas - se ha decidido realizar confinamientos que involucran a 22 millones de personas, entre otras medidas que al gobierno chino ya les ha dado resultado con anterioridad.
Medias como el castigo a tres funcionarios locales por dejación de funciones; confinamiento domiciliario y prohibición de actividades no esenciales; pruebas a toda la población; paralización del transporte público; cancelación de funerales y bodas –se cree que el brote pudo surgir en una– y el corte de algunas vías de comunicación con el exterior, principalmente con la capital, donde también se han intensificado las medidas.
Se han cerrado otras ciudades que también presentan focos, y el primer ministro Li Kequian ha advertido que no se tolerarán intentos por minimizar el impacto de los contagios, mediante la ocultación de datos. “El proceso de prevención y control de una enfermedad infecciosa exige la verdad de los hechos, información transparente y abierta y nunca datos minimizados”
Aunque las cifras que maneja el país asiático son mucho menores que los de otros territorios como Estados Unidos - más de 200.000 casos diarios - sus acciones están encaminadas a impedir que crezcan los contagios.