sábado. 20.04.2024

En medio de la crisis de la erupción del Cumbre Vieja, en diciembre la Asociación de Voluntarios de Protección Civil tomaron la decisión de acudir a la isla de La Palma, para ayudar con las consecuencias del volcán. Este enero, finalmente, se ha materializado en una expedición de 5 días, con 5 voluntarios que han llevado a la isla, solidaridad, ganas de trabajar y un símbolo de esperanza en el futuro.

 

Como un encargo del presidente de la Ciudad, Juan Vivas, llevaron hasta el archipiélago para hacer entrega a la alcaldesa, en representación de los ciudadanos de Los Llanos de Aridane y de todos los Palmeros, una imagen de la Virgen de África, representativa de Ceuta para que se convierta en ese símbolo de esperanza en la futura recuperación.

Lo que han encontrado allí son las huellas de la catástrofe, montañas donde había colinas, plantaciones de plátano que suponían el 90% de los ingresos de la isla arrasadas, con 50 de 75 trabajadores en ERTE, y sin posibilidad de volver a recoger frutos, como mínimo hasta el año que viene, después de limpiar, ceniza y lava endurecida, volver a plantar y cuidar los árboles, hasta que vuelvan a dar fruto.

Gentes que lo han perdido todo, trabajo y casa, y que aun así te reciben con una sonrisa, cuentan tanto José Antonio Méndez como Hamsa Harrous, cuando ven que se han desplazado desde Ceuta para echar una mano. O niños que 7 años que cuentan que la montaña estaba enfadada, porque "no dejaba de gruñir, noche y día"

A lo largo de sus cinco días en la isla han podido ver muestras del espíritu de superación de los palmeros, que se han mostrado con personas agradecidas. En la isla ha realizado múltiples tareas, desde reparto de mascarillas a pañales, de entregar juguetes a alimentar animales en establos y granjas.

Ha comprobado in situ la enorme solidaridad de toda España, que han enviado ingentes cantidades de materiales. Lo que hacían falta eran manos, a pesar de que voluntarios de toda la geografía nacional han ido acudiendo a ayudar a la isla. Prueba de ello son las insignias de cada grupo que han dejado en un tablero.

Lo que más falta, dice Méndez, trasladando la necesidad que ha visto allí, es que no solo los ciudadanos aporten su ayuda, sino que las administraciones contribuyan en todo lo posible para levantar de nuevo a esta población, que frente a la desgracia siguen poniendo buena cara, aunque no callen que necesitan ayuda.

Para los voluntarios, la experiencia ha sido conmovedora, la gratitud y el sentimiento de bienestar de poder ayudar a quien lo necesita, comprobando la verdadera carencia de quienes, insistimos, de la noche a la mañana han visto como una ola de fuego y roca se llevaba sus hogares y el fruto del trabajo de generaciones.

 

Méndez, señala que solo desea que, ante la desgracia de este calibre, si alguna vez nos pasase a los ceutíes, podamos contar con esta entereza, y con esta solidaridad.

 

Y a su vuelta, sentimientos encontrados, satisfacción por la buena obra realizada, y orgullo de haber cumplido con un deber humano, pero también tristeza, por lo que dejan en la Isla.

 

Cinco días en la Palma: solidaridad en estado puro