martes. 23.04.2024

Metros de míticas pancartas de la ONG Greenpeace, que cubrieron en su día fachadas de importantes edificios, visten hoy a personal de residencias de mayores de la Comunidad de Madrid. Tienen ese característico amarillo y negro de los mensajes de la organización medioambiental, una vestimenta inédita en el sector, pero es que en tiempos de coronavirus toda creatividad y toda ayuda vale.

 

Este es un ejemplo de las iniciativas que la ONG ha llevado a cabo estas últimas semanas ante la pandemia del Covid, ya que aunque no se trata de una organización humanitaria, ha querido movilizarse en la medida de lo posible y poder aportar su granito de arena a la dramática y urgente crisis que nos ha tocado vivir. Otras acciones que está realizando Greenpeace son llamadas a personas mayores para hacer un acompañamiento telefónico, la cesión de una impresora 3D para que se realicen pantallas protectoras y la donación, a colectivos vulnerables, de todo el material de seguridad con el que contaba, como mantas térmicas, mascarillas, guantes y gafas.

 

“En nuestro trabajo de defensa del medio ambiente y la paz siempre está en el centro el ‘cuidado de la vida’ y este ha sido el hilo que nos ha guiado a tejer colaboraciones desde la humildad, pero también desde la responsabilidad social”, ha explicado Eva Saldaña, directora de Movilización de Greenpeace.

 

Cosiendo batas


La organización habilitó hace ya más de tres semanas su almacén para realizar patrones y cortar y confeccionar cientos de batas protectoras y aportar material a la impagable labor que la ONG Médicos sin Fronteras está realizando en las residencias de mayores de la Comunidad de Madrid. Otras se están distribuyendo a la organización local Mascarillas Solidarias, que está incansablemente produciendo y donando material de protección para el Covid también a las residencias.

 

Para realizar las batas se está dando una nueva vida a pancartas llenas de recuerdos que históricamente han usado en sus acciones y que guardan desde hace décadas. Son de tela de ripstop, que es resistente, impermeable y permite así producir material reusable con tan solo limpiarlo con agua y jabón. Decenas de voluntarios y voluntarias van turnándose para que las tres máquinas de costura industriales que tienen en la nave de Greenpeace no dejen de sonar. Otros recogen tela cortada allí y se la llevan a su casa para “teleayudar” y confeccionarlas con sus propias máquinas. Y así hasta llegar a las 350 batas que ya se han realizado y repartido y las que quedan, ya que la intención de todas las personas que se han unido a la iniciativa es seguir colaborando mientras sea necesario.

 

“Comenzamos a explorar cuáles eran nuestros recursos y potencialidades para responder con las siguientes premisas: poder contribuir allí donde hubiera mayor vulnerabilidad y fuera realmente útil y colaborar con colectivos con objetivos claros y modus operandi seguros. Con ello hemos pretendido sembrar algunas semillas de solidaridad. Son pequeñas contribuciones, pero lo importante es que suman y seguiremos haciéndolo”, apunta Saldaña desde la ONG.

 

 

Greenpeace convierte sus pancartas en batas protectoras para el personal de las...