El de la niña Asunta Basterra ha sido uno de los casos que más ha conmocionado a la sociedad española en los últimos años. Hoy ha vuelto a dar un nuevo y dramático giro: su madre, Rosario Porto, ha aparecido ahorcada en su celda de la cárcel de Brieva (Guadalajara), donde cumplía 18 años de prisión por el asesinato de su hija, de común acuerdo con su marido, Alfonso Basterra.
Porto, hasta el momento del asesinato de su hija una abogada de prestigio perteneciente a la alta sociedad gallega, sufría desde hace algunos meses depresión al negársele algunos permisos penitenciarios.
El caso de Asunta Basterra, hija adoptiva tanto de la fallecida como del periodista Alfonso Basterra, saltó a la luz pública tras su desaparición, denunciada el 21 de septiembre de 2013, y posterior hallazgo de su cadáver en una pista forestal al día siguiente. Semanas después, las indagaciones policiales descubrieron el lado más macabro del caso: sus padres habían acordado, de común acuerdo, su asesinato. El rastreo de los teléfonos móviles y el testimonio de algunas videocámaras de seguridad fue clave para reconstruir los hechos. Tanto Basterra como Porto fueron condenados a 18 años de prisión en 2015.
Porto, que cumplía condena en una cárcel célebre por albergar a Iñaki Urdangarín o el ex ministro José Barrionuevo en tiempos, escribe así el último capítulo de su tétrica historia. Su final recuerda al de otros presos conocidos, en particular al de Rafael Escobedo Alday, condenado por el asesinato de sus suegros, los marqueses de Urquijo. Este apareció ahorcado en el penal cántabro del Dueso, un día después de conceder una entrevista televisiva. Una curiosidad sobre aquello: el juez encargado, entonces, de levantar el cadáver es el actual ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska.
