Admiradores y detractores de la Compañía de Jesús suelen coincidir en algo que caracteriza al "Ejército del Papa": ningún detalle al azar, ningún cabo suelto, ninguna pieza movida sin tener decidida la siguiente jugada. Por ello, no conviene dejar en saco roto las palabras del jesuíta más célebre de la historia: el actual Papa, Jorge Mario Bergoglio.
Su deterioro físico es evidente. A Francisco le contemplan 85 años y una serie de problemas de salud que están condicionando su agenda en los últimos meses. Y en su visita a Canadá -donde ha pedido perdón por los abusos cometidos por algunas órdenes religiosas en el País del Arce-, Bergoglio ha dado cierta carta de veracidad a los rumores que, desde hace meses, circulan en los entornos vaticanos: su posible renuncia.
"La puerta está abierta. Es una opción muy normal. No creo que pueda seguir con el mismo ritmo de viajes que antes. Pensando en mi edad y mi limitación, tengo que tomármelo con calma", dijo el Pontífice a los periodistas.
La elección del nuevo Papa, caso de que se confirmase la renuncia, correspondería a un Colegio Cardenalicio en el que se nota la mano de Francisco: la mayoría de los nuevos cardenales creados por el ex arzobispo de Buenos Aires. El mundo, pues, pendiente de una chimenea en Roma para ver como se elige al sucesor de dos hombres que, por primera vez, vivirán para contarlo...
