José Manuel Quero, el maestro pastelero de la Campaña, prepara como cada año desde más de una semana antes los roscones. Lo alternan con el resto del trabajo de preparación de pasteles, como los que se envían este fin de año al Hospital Universitario para los pacientes, con y sin azúcar, al igual que muchos fines de semana.
La receta del Roscón es conocida, huevo, harina, agua de azahar, etc… pero el principal es el cariño que año tras año ponen en este tradicional producto.
Porque las navidades se asientan en el pilar de las tradiciones y la del roscón, tras los regalos de Reyes suponen la despedida de una de las épocas más felices del año, especialmente para los más pequeños, y sirve de dulce consuelo antes de regresar a la rutina cotidiana hasta el año próximo.
Un producto que compite con las versiones de fábrica, pero que, en establecimientos como la Campana, siguen perdurando, gracia a unir esa tradición con la innovación y la incorporación de los nuevas modas y sabores, como el de Kinder, que desde ya hace unos años supera a los de nata, chocolate, crema o cabello de ángel como el favorito del público.
También hay que recordar que piensan en quienes no pueden tomar azúcar, con una opción para diabéticos.
Una labor incansable durante toda la semana para que esos entre 1.500 y 2.000 roscones estén preparado para que nadie se quede sin disfrutar de su dulce de Reyes, y pueda entrar en 2021, con buen sabor de boca, aunque nos toque el haba.
Porque no se nos puede olvidar otra tradición, que dice que dentro del Roscón hay un premio, una figurita, que se queda el que le toca, y un haba, para marcar quién invita al roscón.