viernes. 29.03.2024
120 ANIVERSARIO SITIO BALER

Los Últimos de Filipinas, los primeros olvidados

Sin pena ni gloria ha pasado el 120 aniversario del Sitio de Baler, apenas un recuerdo de la pena que soportaron o la gloria que ganaron aquellos últimos de Filipinas. Aunque no ha ocurrido igual en el país asiático, donde el Ejército Filipino sÍ ha dedicado un espectacular homenaje a aquellos soldados que escribieron un capítulo honorable en la historia de España y del mundo. No hay precedente militar mundial de enemistad, perdón y reconciliación entre dos bandos, como el que anualmente se reproduce entre la sociedad hispano-filipina

En una España donde una gran parte de la sociedad vive acomplejada de su propia historia, se avergüenza de una leyenda tan negra como muchas veces falsa o exagerada y donde mucha gente encuentra más fácil presumir de su pueblo, o barrio, que de su país, ¿Qué respeto puede merecer quien se ha sacrificado por la bandera nacional?

No piensan lo mismo en casi ningún país del mundo, donde defienden y popularizan a sus héroes, sin poner en tela de juicio la moralidad de sus actos, porque sería absurdo juzgar con los valores del siglo XXI a quienes vivieron en los siglos XVI o XIX. Ni lo piensan los mismos que una vez fueron enemigos, y hoy día homenajean a nuestros compatriotas.

El homenaje que el Ejército Filipino ofreció a los defensores del sitio de Baler solo puede calificarse como una impresionante muestra de respeto. Aquellos 54 cazadores que defendieron la Iglesia de Baler durante 337 días, repeliendo uno tras otro los continuos asaltos de más de 400 Tagalos, terminaron conquistando la estima de sus rivales, al contrario que sus aliados estadounidenses contra los que terminaron luchando para evitar pasar de ser una colonia española, a una americana.

Los españoles liderados por el oficial superviviente Saturnino Martín Cerezo, protagonizaron el último capítulo de la historia del Imperio Español en América que había durado 400 años, luchando contra los filipinos, el hambre y el beriberi, e incluso contra la realidad del fin de la guerra que el teniente, en un ejercicio de quijotismo, se negaba a aceptar.

Al concluir el sitio, Martín Cerezo, claudicó, firmando una rendición honorable en la que ambas partes reconocían que habían decidido acabar con las hostilidades y en la que se garantizaba que los españoles saldrían de la iglesia de la isla de Luzón portando sus armas y con una escolta hasta lugar seguro. Habían cumplido heroicamente con lo que consideraban que era su deber, defender su bandera hasta el final. Sobrevivieron 33 soldados y dos frailes, que salieron con honor, desfilando y la cabeza alta.

El 30 de junio de 1899, el presidente de la Republica Filipina, Emilio Aguinaldo, publicó un decreto por el que no se les consideraba prisioneros, sino amigos, y 120 años después, se les ha homenajeado permitiendo que de nuevo, en un hecho sin precedentes, la bandera española desfile por Baler, volviendo a salir de la iglesia.

En la España de la época el Teniente Martín Cerezo fue condecorado y a los soldados se le concedió una pensión de 60 pesetas, lo suficiente para que algunos murieran como mendigos en las calles. 120 años después apenas si se puede encontrar en las redes alguna mención a los actos de homenaje a lo Últimos de Filipinas.

Que mal trata España a sus héroes. Sin gratitud, solo olvido.

Los Últimos de Filipinas, los primeros olvidados