miércoles. 24.04.2024
HISTORIA

Ochenta años de olvido

Este sábado, ocho de febrero, se cumplen ochenta años desde el fusilamiento de un ceutí que tuvo un papel protagonista en la Guerra Civil española: Antonio Escobar Huertas. El coronel al mando de la Guardia Civil en Barcelona durante los primeros momentos del conflicto fue fusilado en el Castillo de Montjuich, al amanecer de un 8 de febrero. Su nieto, José Luis, considera "una lástima" el olvido sobre la figura de su abuelo, "que sigue incomodando a los dos bandos"

El general Antonio Escobar se situó al frente de un grupo de guardias civiles en la mañana del 8 de febrero de 1940, como en tantas otras ocasiones. Pero esta era la más especial, sin duda. Con un crucifijo en la mano, cumplió con el privilegio que había pedido por su rango: dirigir su propio pelotón de fusilamiento. Minutos después, el cuerpo del general yacía en los fosos del Castillo de Montjuich, en Barcelona. Escobar había nacido en 1879 en Ceuta, en el mismo edificio donde años antes había muerto Agustina de Aragón.

 

Hijo de familia militar, Escobar ingresa en la Guardia Civil y prospera dentro del cuerpo hasta hacerse cargo del Instituto Armado en la Ciudad Condal. Hombre de profundas creencias religiosas -"el general católico", le llamaban-, sin embargo antepuso su condición de militar a estas el 18 de julio. Recorrió la céntrica Vía Laietana -escenario de tantas protestas en los últimos meses-, para acceder a la presidencia de la Generalitat y poner la Guardia Civil de Barcelona a las órdenes del presidente catalán, Lluis Companys.

 

 

Escobar pasa, desde ese momento, a ser pieza de 'caza mayor'. Es visto como un traidor por la mayoría de los generales, que han apoyado el golpe. Pero sigue siendo un guardia civil católico para el bando republicano. Incluso, es herido por anarquistas en los sucesos de mayo de 1937, en los que las distintas facciones de izquierda y milicias republicanas se enfrentan entre si. Dirigió la última ofensiva del Ejército republicano, meses antes de la guerra, y rindió tropas ante Juan Yagüe, que le ofreció un avión para marchar a Portugal. El general Escobar lo rechazó, y fue detenido en Ciudad Real. "No temo por mi, temo por vosotros", dijo a uno de sus hijos antes de morir. Este era preso por luchar con la República. El otro hijo, del bando de los nacionales, murió durante la Guerra Civil.

Su nieto, José Luis, nació un año después de la muerte del general. Recuerda que "no fue hasta los 10 o 12 años cuando yo empecé a saber algo de mi abuelo. Mi padre estaba encarcelado en Carabanchel donde mi madre y yo íbamos a visitarlo con alguno de mis hermanos. Fue entonces cuando mi madre me empezó a contar lo que había pasado y el porque estaba mi padre encarcelado".

 

Admite que el rasgo más característico de su abuelo es "la incomprensión que sufrió por ambos bandos por ser hombre cumplidor de su deber y otros por no adherirse a sus pensamientos. Tanto por un bando o por otro no ha interesado nunca sacar la realidad de la historia de mi abuelo por ser un fiel cumplidor de la ley vigente en ese momento por lo cual para muchos políticos de ciertas tendencias era bastante comprometido para sus ideologías políticas", sentencia. Y si, tiene la impresión de que el olvido -ni una placa en la Ceuta donde nació o en la Barcelona en que murió- envuelve la figura de un hombre cuya biografía resume, como pocas, la tragedia que supuso aquel enfrentamiento fraticida entre compatriotas. Eso sí: su biografía le valió a José Luis Olaizola un Premio Planeta por "La guerra del general Escobar" y a Antonio Ferrandis una de sus mejores interpretaciones por la adaptación cinematográfica de la misma.

Ochenta años de olvido