Como todas, la Policía Local de Ceuta ha evolucionado a la par que la sociedad y el ordenamiento jurídico. De ser meros notificadores de sanciones y multas de tráfico a una mayor especialización y amplitud en los servicios que prestan a los ciudadanos: tal vez hace medio siglo resultaba poco menos que de película pensar que los agentes del cuerpo local iban a participar en ámbitos relacionados como la lucha contra el terrorismo o la protección a la mujer que es víctima de violencia de género. Ello no pasa inadvertido en el discurso que, con motivo de la Festividad de San Urbano, pronuncia el superintendente del Cuerpo, Sebastián Vega. Sin embargo, no le falta el carácter autocrítico: Vega explica que las únicas cifras que le interesan son, precisamente, aquellas en las que se denota que ha habido algún fallo en los servicios.
Otra de números: los agentes que se han incorporado, que lo harán próximamente o las nuevas promociones internas que supondrán un "terremoto", en palabras textuales, dentro del organigrama de la Policía Local.
De otro lado, los medios técnicos. El superintendente destaca la renovación sostenida de los vehículos o el proyecto de reforma de la actual sede. Una reforma, dice, pensada no para la Policía Local de 2020 sino para la de 2030.
El proyecto Safe City, dice Vega, empieza a ser poco a poco una realidad de cara al futuro. De cara al pasado, una herida común a generaciones de agentes. Con nombre propio: el de Juan Carlos Arriaga, policía que perdió la vida en acto de servicio al caer por una claraboya mientras perseguía a un delincuente. De aquel luctuoso hecho, se han cumplido ya 25 años.
Por lo demás, la entrega de varias medallas a distintos agentes, entidades o personas colaboradoras o placas a funcionarios que han alcanzado la edad de jubilación. Una de ellas, Paquita: de las primeras mujeres en acceder al cuerpo que ha alcanzado el retiro después de 44 años de servicio. Y el último San Urbano del actual consejero de Gobernación, Jacob Hachuel.
