Solo recuerdo enamorarme de dos mujeres imaginándolas por lo que decía de ellas un papel. La primera, Yaiza Perdomo, tenía “el don sobrenatural para aplacar las bestias, aliviar los enfermos y agradar a los muertos”. Eso debió ser en mi niñez tardía o en la primera adolescencia. La otra tenía una descripción menos poética que la de Alberto Vázquez Figueroa, pero me caló infinitamente más. XX al 99%. Todo bien. Niña. Tu