Conozco a Miguel Ángel Ríos, al que yo desde la cercanía llamo Migue, desde tiempo inmemorial. Nuestros caminos se han cruzado en muchos momentos, desde que estábamos en el Grupo Omaha de los Scout de Ceuta, hasta el Club de Natación Caballa. Fue en este último lugar donde Miguel Ángel me demostró su capacidad de trabajo y su amor a la institución donde se encontraba. A día de hoy, los éxitos del CN Caballa ‘moderno’ se los debemos a él y a un reducido número de amigos relacionados con el proyecto deportivo de la entidad.
Migue es lo que podemos llamar un tío duro, pero justo e inteligente. Es una persona con una capacidad de trabajo ilimitada. No entiende de horarios, pues su dedicación es a tiempo completo y, como el gran deportista que fue, es muy disciplinado. Le gusta las cosas bien hechas, y no para hasta lograrlo, lo que es muy característico de las personas que, como se suele decir, se hacen a si mismos.
A nivel deportivo, le debemos la formación de muchas generaciones de waterpolistas gracias a su paso como entrenador del CN Caballa. Lo he visto trabajar y se de su buen hacer al frente de equipos de personas. Por eso, cuando lo nombraron jefe accidental del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS), me alegre, pero ante todo me dio seguridad. Una persona como Migue, en el parque de Bomberos, es una garantía y por eso tengo la certeza de que el suyo fue un buen nombramiento.
Sin embargo, este miércoles por la mañana me enteré por la radio de que podían cesarlo. Una noticia que, ante todo, me ha generado una gran preocupación por la seguridad de la ciudad. Tal vez fue egoísta, pues no pensé en mi amigo, si no en cómo funcionará el servicio de bomberos sin él. Por eso, espero que no lo cesen, porque pocos nombramientos políticos tienen tanta lógica en esta ciudad, que necesita de muchos más como Miguel Ríos: ni dócil, ni conformista, que mira de frente y dice las cosas claras.
Miguel A. Pérez del Castillo