jueves. 28.03.2024

El Sardinero: chabolas y barriada residencial

Las calles y espacios interiores de la barriada de El Sardinero son un asunto pendiente que el Gobierno de Ceuta no tiene en su lista de prioridades.

 

El Sardinero presenta a día de hoy un paisaje asimétrico. Para empezar, encontramos otra barriada con una única salida/entrada con el riesgo y complejidad que esto supone. En ella se combina una primera línea de edificios de gran altura, construidos recientemente, con casas de una sola planta y variada factura a sus espaldas. Son casas construidas hace años a la sombra de los cuarteles de la zona y con muy escasa urbanización. Así, las calles sirven para acceder a las viviendas pero no para circular: la inmensa mayoría no tienen salida.

 

Entre ellas, al fondo de uno de los lados, encontramos también un núcleo de barracas en las que viven personas de muy avanzada edad y que hace tiempo dejaron de confiar en la política de viviendas de los Gobiernos del Partido Popular. El Gobierno ha dado licencias y posibilitado la construcción de grandes edificios en esta zona residencial de Ceuta, pero no ha hecho nada por eliminar el núcleo de chabolismo.

 

Paseamos por los espacios, entre casas, de poco más de cuatro cuartas en el mejor de los casos, que difícilmente pueden llamarse calles. Entre ellas, a las que los vecinos llaman Gran Vía, Independencia o la Marina, hablamos con ellos, nos cuentan lo desengañados que están: han conocido muchas promociones de viviendas VPO pero nunca les ha tocado a ninguno de ellos. Situación que como mínimo merece una revisión. Algo falla.

 

Mientras esperamos que existan verdaderas políticas de igualdad y oportunidad para todos, estos vecinos se resignan, de momento, a continuar en sus barracas entre estrechos callejones que ellos mismos mantienen limpios y en los que, junto a la ropa tendida, encontramos abundantes plantas decorativas que cuidan con esmero. La convivencia es entrañable.

 

Un solar militar entre las casas, abandonado pero con una tapia coronada de cristales rotos y espirales de concertinas a menos de dos metros de altura, supone una amenaza para cualquier niño, sobre todo cuando su balón se ha ido al otro lado. El alboroto de algunos cuando estas concertinas defienden una frontera y están a seis metros de altura se vuelve silencio cuando las ven en la ciudad, defendiendo propiedades ya sean públicas o privadas.

 

El barranco del arroyo Paneque marca la barriada. Una amplia zona con la consideración oficial de zona verde, que el Gobierno lleva décadas prometiendo urbanizar y que no es sino una vaguada llena de maleza y cañaverales, frecuentemente objeto de vertidos de escombros y basuras que atraen a insectos y roedores. El Gobierno prometía y sigue prometiendo para esa zona urbanizarla con viales, puentes etc... No deja de hacerse trampas a sí mismo continuamente.

 

Una pista deportiva es la única dotación de la barriada: Los vecinos la mantienen como pueden únicamente con sus propios recursos.

 

Otras carencias que encontramos son una iluminación nocturna insuficiente, especialmente en la zona de barracas que lleva meses a oscuras. Y árboles y palmeras que necesitan poda con urgencia.

 

El Sardinero ha avanzado como zona residencial en los últimos años pero el Gobierno utiliza sus necesidades urbanísticas para construir sus eternas promesas electorales sin dar ninguna solución que mejoren las condiciones de vida de todas las familias que allí residen. Ni el desarrollo del barranco del arroyo Paneque parece avanzar ni tampoco la eufemísticamente llamada plaza de Nicaragua que, arriba ya en Hadú, sigue siendo un descampado con construcciones abandonadas y siempre objeto de vertidos no controlados que se extienden por toda la vaguada.

 

La inoperancia de muchos Gobiernos populares hace que una barriada residencial como El Sardinero presente ese aspecto marginal, contradictorio y aislado del resto de la ciudad.

 

JAVIER VARGA PECHARROMÁN

DIPUTADO Y PORTAVOZ DE Cs CEUTA

El Sardinero: chabolas y barriada residencial