viernes. 19.04.2024

La verdadera soberanía

Tras el acuerdo publicado entre España y Marruecos, algunos analistas y responsables políticos han minimizado su valor porque, a juicio suyo, es mucho lo que se cede a cambio de “nada”. Consideran que la no existencia de una mención a Ceuta y Melilla en el texto suscrito, supone que España ha perdido en la negociación. Para ellos Marruecos obtiene mucho y las expectativas de España no se han visto reflejadas en el citado texto.

Yo no sé qué proceso mental lleva a algunos a pensar que España debe discutir con Marruecos la soberanía de Ceuta, de Melilla o la de Canarias. Sería tanto como discutir sobre nuestra soberanía como país en general, o la de cualquier ciudad española en particular.

 

Comparto con ellos que Marruecos no renunciará jamás a reivindicar su pretensión sobre Ceuta y Melilla, pero esa pretensión, por carecer de legitimidad jurídica, histórica y ser contraria al derecho internacional y a lo establecido en la carta fundacional de Naciones Unidas, no otorga al pretendiente ni siquiera la capacidad de iniciar un diálogo al respecto. Por eso, nada más y nada menos que por eso , ningún gobierno español ha puesto sobre la mesa de negociación con Marruecos, la soberanía de Ceuta o de Melilla, como tampoco la de Tarifa, Granada o Córdoba.

 

Con Marruecos se ha negociado y acordado un tratado de buena vecindad, donde cada parte se compromete, más allá de sus ideales, a respetar al otro, a no ejercer acciones unilaterales y a cooperar en múltiples ámbitos, especialmente de seguridad, control de la inmigración, desarrollo económico y cultural.

 

Con respecto a las fronteras terrestres entre España y Marruecos, que son las de Ceuta-Castillejos y Melilla-Nador, el compromiso es que para respetar los derechos y los intereses de ambos países y de las poblaciones de ambos lados, los dos gobiernos estableceran controles fronterizos para que el paso de personas y mercancías sea ordenado, mediante los mecanismos legales y aduaneros propios de una frontera moderna que separa dos países distintos, aunque amigos.

 

En lo relativo a la cuestión del Sahara, España se ha alineado con Estados Unidos, Alemania y Francia, y lo ha hecho en un momento en que los aliados deben mantener posiciones comunes en materia de política exterior, frente a la sería amenaza del autárquico régimen de Putin. Nadie debe suponer, salvo que quiera torcer la verdad que con esta decisión España ha entregado el Sahara a Marruecos, entre otras cosas porque ese territorio no es español y, en todo caso, el plan de autonomía presentado por Marruecos carece de valor, por mucho que algunos de los grandes países lo vean bien, si no es respaldado por la ONU.

 

En definitiva: Es innegable que España en general y Ceuta en particular están mejor ahora que antes del acuerdo. No porque nuestra soberanía esté ahora más garantizada (eso lo garantiza España, la UE, la historia y el derecho internacional), sino porque una buena relación de vecindad con Marruecos, con respeto, sin sobresaltos, con orden y con una vocación de fomentar la prosperidad de toda la región, es bueno para Ceuta sin discusión.

 

El Presidente Vivas, cuyo cargo se fundamenta en la defensa de los intereses de Ceuta, ha estado una vez más a la altura de su responsabilidad, tanto en los momentos más angustiosos, en los que fue capaz de poner a Ceuta en medio del debate nacional, como ahora, mostrando sin titubeo que su cargo está por encima de intereses partidarios o de políticas populistas.

 

No es de extrañar que los violentos de VOX sólo aspiren a que el rencor y el aislamiento, sean la base de sus propuestas tanto en política interior como exterior, pero, en todo caso, lo importante es lo que piensan los ceutíes quienes, a buen seguro, están ahora más tranquilos sabiendo que la normalidad regresa a sus vidas. Sólo los que medran en el lío se pueden oponer a esto.

 

 

 

La verdadera soberanía