miércoles. 24.04.2024

Crisis existencial: ser varón en el siglo XXI

El problema de la violencia en sí es que se ha politizado de tal forma que los políticos, más que pensar en atajarla, la están utilizando como un arma arrojadiza. Lo único cierto de todo esto es que las políticas que se están llevando a cabo para erradicar esta violencia no son eficaces, lo que no se puede permitir es que en pleno siglo XXI que al hombre simplemente por el mero hecho de ser hombre, se le esté discriminando.

 

El perfil de machista o maltratador, no se le puede aplicar al hombre, ya que los hay y muy buenos, olvidamos que la violencia de género y el respeto a los Derechos Humanos no deben ser politizados pero sí reconocidos. Cuando exista violencia hay que reprimirla proceda de donde proceda. No se puede permitir ni restar importancia a los derechos fundamentales de una persona cuando es denunciada de forma fraudulenta cuando no es un maltratador, ya que el daño que causa es casi imposible de reparar.

 

Si a esto le añadimos las declaraciones de la Ministra de Igualdad Irene Montero donde expone: “ Que las mujeres sean consideradas víctimas de malos tratos aunque el acusado sea absuelto”. Me pregunto dónde está la democracia en nuestro país. La política ha perdido la función de buscar el bien común para convertirse en un campo de batalla donde imponer ideologías al resto de los ciudadanos. Espero y deseo que el Poder Judicial se manifieste contra esta persecución de la que la señora Montero es abanderada.

 

Los dirigentes son cada vez más esclavos de lo políticamente correcto, huyen totalmente de cualquier postura que no les venga bien para sus intereses, que es ganar votos para convertir lo polémico en un arma que les viene bien para ganar adeptos, convierten cualquier noticia en un espectáculo para alimentar la maquina apisonadora. Con estos mimbres aparece la figura de la mujer en la ecuación, donde es utilizada para “hacer fuego” siguiendo postulados de la ideología de género.

 

Son leyes dogmáticas anticonstitucionales donde se discriminan o vulneran derechos y libertades fundamentales, donde a un hombre se le convierte en machista (incluso si es una mujer quien lo defiende) y un maltratador en potencia. La ruptura de la igualdad entre hombres y mujeres por sentencias, para quien el hombre es culpable y tiene que demostrar que no lo es, sus actos siempre tendrán el estigma de buscar la sumisión y sometimiento de una sociedad con muchísimos estereotipos. Hemos pasado de una sociedad machista a otra donde nacer hombre ya te convierte en criminal.

Crisis existencial: ser varón en el siglo XXI