La pregunta del millón, que subyace a la persistencia de sistemas que favorecen a unos pocos a costa de muchos es compleja y multifactorial. En el caso específico de la migración, un sistema que genera grandes beneficios para ciertos sectores, las razones son diversas y se llegan a entrelazar de forma intrincada.
La presión de lobbying y de grupos de interés hacia el poder económico y político hacen que las empresas transnacionales, la industria de la seguridad, el sector financiero y otros actores poderosos ejercen una influencia significativa en la toma de decisiones políticas. A través del lobbying y la financiación de campañas electorales, estos grupos presionan a los gobiernos para mantener políticas migratorias que les resulten beneficiosas.
En muchos países incluido el nuestro, la economía se encuentra estrechamente ligada a sectores que se benefician de la mano de obra migrante. Modificar las políticas migratorias puede tener un impacto negativo en el crecimiento económico y la generación de empleo, lo que está generando resistencia por parte de los gobiernos y las élites económicas que manejan los hilos en la sombra.
El miedo y la polarización han creado la figura del migrante que se utiliza como chivo expiatorio para desviar la atención de problemas sociales internos de un país generando miedo y resentimiento entre la población. Esto facilita la polarización de la política y consolida el poder a los líderes populistas. Los discursos de odio que vemos en los medios de comunicación y redes sociales amplifican la xenofobia, lo que dificulta el diálogo y la búsqueda de soluciones consensuadas.
La inercia institucional con su burocracia y complejidad hacen que los sistemas migratorios sean complejos y burocráticos, lo que dificulta su reforma y la implementación de nuevas medidas. La existencia de intereses creados por una gran cantidad de actores involucrados en la gestión de la migración, gobiernos, agencias internacionales, ONG, generan intereses creados que resisten a los cambios. La falta de voluntad política de muchos partidos políticos, priorizan otros temas en su agenda política, como la economía, la seguridad o la lucha contra el terrorismo, dejando de lado una cuestión de Estado como es la migratoria.
Los políticos temen el miedo, a las consecuencias electorales por la pérdida de votos, por si adoptan políticas migratorias más abiertas o si se enfrentan a los intereses de los grupos de presión, que nada tiene que ver con el interés de todos y cada uno de nosotros que somos quienes les damos nuestro voto. Causas profundas de este fenómeno llamado migración, con desigualdad, la pobreza y la violencia, no se están abordando de manera efectiva a nivel global. Mientras persistan estas desigualdades, la presión migratoria seguirá existiendo.
En resumen, la persistencia de un sistema que beneficia a unos pocos a costa de muchos, es el resultado de una compleja interacción de factores económicos, políticos, sociales y culturales. Para cambiar esta situación, tenemos que dejar de ser tan hipócritas y realizar un esfuerzo conjunto de toda la sociedad civil, que es donde emana el poder e intentar ponerse por un momento en la piel de esas personas que ponen sus vidas en peligro para poder optar a una vida digna, no esclavizada bajo el yugo de aquellos que mecen la cuna.
Llegó la hora de despolitizar la migración abordándola como un desafío común de toda la sociedad.