Nunca he sido especialmente fan del humor absurdo, me saca de contexto, pero es que esta serie tiene mucha gracia. Tampoco soy demasiado fan de los capítulos autoconclusivos cuyo guión no tiene trascendencia alguna en lo venidero, porque suelo desconectarme, aunque Lo que hacemos en las sombras empieza así, pero a medida que van avanzando las temporadas (van 5), cambia esta perspectiva y tiene mayor consistencia argumental dentro de la chorrada mayúscula que supone las desventuras a estos desastres anacrónicos que son los protagonistas. Una tercera y última característica de esta serie que a priori no me hace el espectador ideal es que no soy muy fan del género de terror; pero esto en realidad tiene de terror lo que yo de campeón de la NBA. Excepción que confirma la regla, puedo declararme fan, ya puestos a abusar del término, de esta serie tan absurda como inteligente y divertida, un “fan-piro” en toda regla.
Porque, sí, la cosa va, aunque no sea en serio, de vampiros. Se trata de una comedia sobrenatural que más bien se ríe de los vampiros, y de su sombra si hace falta; mordaz y más profunda de lo que aparenta, la serie no pierde la oportunidad de meterse con elementos vitales que pueden producir ampollas y que dan pie a la reflexión.
Pero, sobre todo, se trata de una situación hilarante tras otra, con diálogos demenciales y desternillantes por igual, en formato de falso documental (posiblemente una de las claves del éxito del producto lo de hacer tanto a espectador como a los cámaras partícipes de la acción), ambientado en Nueva York, que sigue las vidas cotidianas de tres vampiros que han sido compañeros de piso durante cientos y cientos de años. Las situaciones son ridículas, increíbles, absurdas… y dignas de verse. Y bajo este formato del falso documental, la comedia apela a una amplia gama de recursos de humor que demuestra que el dominio de los mismos es como escribir en versos de arte mayor, no a la altura de cualquiera.
El elenco está como auténticos peces en el agua en sus papeles, y aportan la facilidad de digestión suficiente como para convertir esta serie, adaptación de la película homónima de 2014, proyecto en el que también estaba detrás el original Taika Waititi, que se convierte desde su inicio, y a lo que ayuda el corto metraje de cada capítulo (menos de 30 minutos), carne de maratón.
JUAN CARRASCO DE LAS HERAS → [email protected]