Disney sigue y seguirá sacando jugo a los derechos de Star Wars, y lo hace en este caso con Andor, una precuela del personaje que resulta clave en Rogue One, y de cómo se forja el compromiso rebelde de su protagonista, interpretado con personalidad por el mejicano Diego Luna.
Se trata de otro arco argumental paralelo a la trama principal ideada por George Lucas. Se trata del aprovechamiento de un mundo sinfín de posibilidades en esta ambientación tan rica y compleja. Se trata de otra historia de Star Wars, pero no una historia más; no pasará al olvido o desfilará por las pantallas sin pena ni gloria como una serie de las que Disney+, su plataforma oficial, estrena para cubrir el cupo anual. Ni mucho menos.
Sin la vocación comercial y para toda la familia de El Mandaloriano (no tenemos personajes que vender en forma de peluche en navidad ni robots espectaculares o entrañables), traduce esa ausencia de codicia en una ambición por conectar con un público adulto, que se tome en serio la complejidad de la historia que está viendo, la génesis de una revolución, extrapolable a tantas y tantas chispas que se han encendido en la historia de la Humanidad y que la han cambiado para siempre. La certeza de que en todos sitios cuecen habas.
Andor es oscura sin llegar a lo desesperanzador de Rogue One ni a lo siniestro de pasajes de El libro de Boba Fett, es trepidante y de acción sin la pirotecnia espectacular de la saga que forma la columna vertebral de la saga, es para muchos paladares sin abarcar tanto como el citado Mandaloriano, sin su popularidad ni las hipotecas derivadas. Estamos ante una historia completa que toca de refilón varios palos y se mete de lleno temas de interés narrativo, está bien hilvanada y posee personajes con cuidada construcción, interpretación convincente por parte de un reparto que previamente se nota convencido en lo que hace. Y de ello tiene buena culpa un guion meritorio, que hace que las naves, los alienígenas y las indumentarias, digamos…, extravagantes, sean algo secundario, mero atrezo para deleite de los fans “starwarseros”; guion que alberga unos hechos atemporales que bien se podrían ubicar en otros muchos escenarios más realistas, y que despertará intereses más generales que los que se reducen al efecto fan y/o adolescente.
Esta temporada de 12 episodios de menos de una hora de duración, viene a ser en su formato lo estándar para Disney, que debe cumplir con su cuota de superhéroes y de Star Wars anual como algo innegociable en su oferta de mercado: una de aventuras, camaradería enemigos peligrosos y persecuciones. Viene a ser también un proyecto bastante ampliable en el tiempo según las cotas de éxito que alcance, nada nuevo tampoco. Pero tiene algo diferente, un aura, un aroma a otra cosa, que entenderán sólo cuando la vean.
JUAN CARRASCO DE LAS HERAS → [email protected]