jueves. 25.04.2024

Díganme: ¿Dónde está la gracia?

Esta guerra con pijama no puede ser solo recordada por el heroismo de nuestros profesionales sanitarios, de nuestros Cuerpos de Seguridad o Fuerzas Armadas o por tantas empresas privadas batiéndose el cobre y poniendo todo a disposición del Estado. También debe ser recordada, para que tomemos nota, por lo peor de nosotros: desde tipos paseándose vestidos de dinosaurio o con un perro de peluche hasta procesiones de Semana Santa clandestinas o aglomeraciones en el Mercado de Abastos para comprar pescado fresco. Por no hablar de las personas que necesitan, con carácter de urgencia, comprar una barra de pan y un cuarto de mortadela diarios. No: la historia no podrá hablar del estoicismo y unidad de todo un país, habida cuenta de la falta de conciencia demostrada por unos cuantos individuos, que lo mismo te convierten un homenaje en una verbena o te colapsan Madrid al inicio del puente de Semana Santa pese al confinamiento obligatorio.

 

Sin embargo, no solo cabe hacer este reproche a personas anónimas. O, mejor dicho, el comportamiento de cargos de representatividad puede ser interpretado como atenuante. La mujer del César no solo debe ser honrada, sino parecerla. Las comparecencias de Pablo Iglesias aún en cuarentena, o de Alberto Garzón para desvelarnos el hallazgo de que cuando no hay competiciones de deportes la gente no hace apuestas deportivas han sido de traca.

 

Como la célebre foto de VOX, con la Gran Vía llena de ataúdes: no hacía falta, de verdad. Los españoles somos -salvo el del traje de dinosaurio y especímenes similares- lo suficientemente maduros como para imaginarnos la que está cayendo sin que nos coloquen un cartel de una película de apocalipsis. Entre el impacto visual y el mal gusto hay líneas muy fáciles de traspasar. Eso si: coincido con algún 'tuitero' cuyo nombre no recuerdo en que esa foto en ARCO sería elogiada por su fuerza visual y su perfecto reflejo de la realidad, su defensa de la sanidad pública, etc, etc.

 

Como también es fácil pasarnos de frenada cuando se trata de 'desdramatizar'. NO, no estamos de vacaciones: estamos en una época, para decirlo de un modo gráfico, en la que a diario están muriendo casi cuatro veces más personas que en los Atentados de Atocha. ¿A alguien se le hubiera ocurrido, en su sano juicio, hacer una serie de sketches inspirados en los trenes de la muerte?. Por tanto, al cráneo privilegiado que tuvo la idea de hacer una serie en prime time en la cadena pública española habrá que reservarle también un hueco en el "relato" de estos tiempos. En el epígrafe de exhibiciones de mal gusto, en el del trato con simpleza y levedad -la asistencia de todo el PP al Pleno del Congreso también merece un premio- de la mayor crisis sanitaria y, me temo, economica de nuestra historia.

Díganme: ¿Dónde está la gracia?