jueves. 28.03.2024

La historia me absolverá

Antes de seguir leyendo, una aclaración. El primer párrafo es un deseo. Del resto, cualquier coincidencia con la realidad, pura mala leche.

 

Anoche tuve un sueño. Mi amigo Luhay Hamido dimitía como presidente de la Agrupación Deportiva Ceuta tras lograr, al fin, dejar al equipo en puestos de Champions. Me decía "cogí al equipo en Tercera, hemos encadenado varios ascensos y, tras ganar 0-3 en el Bernabéu, lográbamos el tercer puesto. Ya he tocado techo: ahora me toca volver a disfrutar y he pensado, junto al resto de la Junta Directiva, que tu eres el hombre indicado para presidir esto".

Obviamente, acepté el reto. ¿Cómo iba a decir que no, con décadas a mis espaldas tragándome Villanovenses, Castillejas, Cabecenses,  Cerros de los Reyes y demás leyendas balompédicas por el estilo?. Así que me puse a armar el equipo para pasear a la Agrupación por Europa. Tras varios intentos, conseguí que el pasado en común con Portugal jugase el factor sentimental. Ya estaba hecho. José Mourinho se sentaría en el banquillo local del Alfonso Murube, llamado Balearia Stadium por el patrocinio derivado del Contrato de Interés Público en la línea  del Estrecho.

 

Nuestro estreno fue en Munich. Y no pudo ser peor: los defensas salieron a por uvas, Robben centró desde la banda y Gotze remataba en fuera de juego. 1-0, minuto 90, después de que nos anularan otros dos goles clarísimos, también por el 'offside'. Encima, nos habían echado al portero, porque despejó el balón con las manos fuera del área.  Bajé al vestuario, para dar ánimos a los chavales y Mourinho me dijo que la regla de marras es "una soberana putada".

 

Entendía que había que hacer algo. Siempre me ha gustado más un recuento electoral que un casting a Harvey Weistein, por lo que decidí actuar contra la injusticia. Puse dos cajas de cartón en el gol de Otero y en el Bar Tapi, preguntándole a la gente si autorizaba a que el portero cogiese el balón con las manos donde le saliera del alma y a jugar sin fuera de juego. Mayoría aplastante (101,25 % de votos, 87'95% a favor). Había entrado en la historia: ya no perderíamos más puntos en el Olímpico de Munich por fuera de juego.

 

Inmediatamente, llamé al presidente de la FFCE y luego al de la RFEF para advertirles del resultado. Los dos me dijeron que no lo aceptaban, que si quería cambiar las reglas enviase una propuesta a la FIFA para que la estudiase en su congreso. Pero ¿cómo esperar tanto tiempo?, me dije. La Juventus es el siguiente rival, y seguro que me como otros dos goles en fuera de juego. Así que llamé primero a la UEFA y luego a la FIFA. Ambos organismos me dijeron que no admitían mi propuesta.

 

Antes de que nos visitase la "Vecchia Signora", llegaba el Betis en liga. "Por mis cojones, que hoy se gana", dije. Bajé al vestuario, reuní a Mou y toda la plantilla. Les dije que el portero tocase el balón cuando le pareciera oportuno y que, si teníamos que rematar tres tíos de cabeza y en línea por detrás del último defensa bético, que insistiésemos. El reglamento dice una cosa; las urnas todo lo contrario.

 

El portugués dimitió antes del encuentro (sua puta mae, se le oyó decir mientras recogía sus cosas).  Menos mal que por ahí andaba Pepe Almagro y lo pudimos sentar en el banquillo. Ni por esas; perdimos 0-3, nos expulsaron a tres tíos -guardameta incluído- y nos poníamos en puestos de descenso. El miércoles, contra la Juventus, tres cuartas de lo mismo. Y así. Y venga burofax de la RFEF para un lado, y venga advertencia del CSD para otro. Y los patrocinadores que se marchaban, muchos abonados se daban de baja y se manifestaban en mi contra las deudas aumentaban y solo me quedé con tres directivos. Pero ¿cómo iba a dejar de cumplir el mandato del Tapi y la grada de la Guardia Civil?

 

Al final, la Justicia deportiva decidió actuar de oficio. Al Ceuta le quitaron todos los puntos y lo expulsaron de la Liga de Fútbol Profesional. Ni siquiera pudimos salir en Segunda B; la organizada y fascistoide trama había conseguido que debiésemos hasta de callarnos, por lo que tuvimos que empezar de nuevo desde Regional.  Nos incautaron los fondos, y como había parte de la Ciudad Autónoma, a mi y a mi Junta Directiva nos procesaron por malversación. Los chavales de Ultras Caballas y el Frente Volaor me fueron leales y democráticamente quemaron un par de contenedores en Avenida de África. Yo estaba inhabilitado de por vida y me prohibieron acercarme a los campos de fútbol en España. Traté de que el Anderlecht me contratara como entrenador de juveniles, pero también me cerraron esas puertas. Pobres mentecatos. Me acordé de Fidel Castro.  La historia me absolverá, grité a los cuatro vientos en mitad del 54. El eco del campo vacío me hizo pensar que estaba ante (otro) clamor popular...

 

Luego, sonó el despertador.

 

 

La historia me absolverá