jueves. 28.03.2024

Me quedo con Deborah Ombres

Recuerdo hace años una estéril y exagerada polémica porque a Deborah Ombres se le ocurrió salir simulando, en una especie de parodia de un concurso de belleza, ser Miss Ceuta y Miss Melilla. "Estas dos son muy golfas y nadie habla de ellas", decía. Tras la típica oleada de comentarios rancios, logré hablar con Javier Díaz Blanco -nombre real de la primera Drag Queen española en presentar un programa de televisión- y me confesó que "una vez, había hablado con alguien de Melilla y me dijo que nadie las mencionaba. No quise ofender, solo compensar en parte algo que me parecía injusto". Bienintencionado,  seguro; acertado o no, Deborah Ombres daba en el clavo: de Ceuta y Melilla no se habla nunca.

 

O, lo que es peor, cuando se habla demasiado me echo a temblar. Esta semana, con la cumbre de la OTAN, hasta la saciedad. Hasta el punto de que el premier más fiestero que se recuerda en Downing Street dijo que ambas ciudades deberían ser defendidas en caso de un supuesto ataque por parte de Marruecos. Algo que reconoce, implícitamente, el ya célebre Concepto Estratégico de Madrid.

 

Llegados a este punto, de mayor quiero ser opinatodo. Que consiste en hacer saber que se entiende de cualquier cosa, cuando por lo general no se tiene ni puñetera idea de nada. Lo que ocurre es que el receptor del mensaje solo cae en se dice una pamplina detrás de otra cuando se trata de un tema que controla.

 

En los últimos días, sin ir más lejos, hemos visto como se exigía que Ceuta y Melilla fuesen no solo incluídas en el Artículo 5 del Tratado de Washington, sino que poco menos se especificase que la OTAN se constituyó para defender a esas ciudades y, casi, que todo lo que no sea meter la Legión y el Séptimo de Caballería hasta Smara es un síntoma de debilidad por parte del Gobierno español. Por supuesto, la permanente ratificación de la españolidad de ambas ciudades vuelve a estar en boca de todos. "Porque no hay que olvidar que Ceuta y Melilla han sido, son y serán de España". Dos cositas: no han sido, son y serán DE España. Han sido, son, y serán España. Y la segunda: tanta ratificación de lo obvio acaba desgastando el contenido y sembrando el debate. No vale con venir aquí, pulserita de España al ristre, a decir que somos españoles. Ya lo sabíamos, gracias.

 

Luego están los del otro lado. Los que solo se dan cuenta de que existe Ceuta cuando mueren inmigrantes. Que a mi no me son indiferentes: los he visto muertos, los he ayudado cuando he podido y en la medida de mis posibilidades y eso no me convierte en un campeón de los derechos humanos, sino en una persona con ciertos principios. Los que encienden velas porque un pobre hijo del hambre ha muerto en el Estrecho -una tragedia sin paliativos; no me lo expliquen- pero luego guardan un curioso silencio ante injusticias cometidas en otras partes del mundo. Los que hablan de la valla de Ceuta  y Melilla, estigmatizando a ambas ciudades sin caer en el esfuerzo que se hace -como corresponde- por atender a estas personas cuando llegan.  Los que piden que comparezca el ministro de Interior de turno al morir gente en el tránsito hacia una nueva esperanza siempre que les pille en la oposición y apelan a la razón de Estado cuando están en el Gobierno.

 

Si tanto interesa Ceuta -y también Melilla, ciudad que no conozco porque aunque parezca mentira no están una al lado de la otra-, podrían ayudarnos a que la bonificación para no residentes se eleve al 75%, a que tengamos médicos sin contrato en precario, a que tengamos profesores de apoyo  a alumnos con necesidades especiales, a que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y funcionarios de prisiones estén correctamente dotados de personal, a que tengamos una unidad de radioterapia o una UCI de neonatos, a que la vivienda no sea una utopía. Podrían ayudar a que Ceuta o Melilla fueran sede de alguna entidad de la Comisión Europea, a que la elevación del SMI no fuese incompatible con el Plus de Residencia. Y así, si quieren, puedo seguir como mínimo hasta agosto... de 2025.

 

Deborah Ombres, al menos, tenía una intención sana...

Me quedo con Deborah Ombres