miércoles. 24.04.2024

Mi querido negacionista

Empecemos por el principio. Una cosa es que yo defienda tu derecho a expresarte y otra cosa es que comparta lo que tú dices. Porque del mismo modo en que te empeñas en negar la evidencia con frasecitas del tipo "¿la gente solo muere de COVID?" o "lo he visto en un vídeo de un médico alemán que dice que no hay rastro de virus en las autopsias" (nadie aporta la identificación del médico ni la autopsia de marras), mañana te dará por decir que dos y dos no son cuatro sino cinco porque las matemáticas son un instrumento diseñado desde las sombras por poderosas sociedades para gobernar al mundo sin que nosotros lo sepamos. No, no solo no comparto tu opinión sino que ni siquiera la respeto.

 

Yo se, mi querido negacionista, que las cosas se podrían haber hecho mejor. De hecho, me da la impresión de que se han hecho bastante peor de lo que se debiera. Nuestro presidente del Gobierno es un optimista por naturaleza, de esos que creen que todo va a salir bien con su sola presencia. Con el peligro que ello conlleva, sobre todo en tiempos de crisis. Un Gobierno que fomentó que desde la Televisión que pagamos todos se hiciera un programa de sketches sobre las vivencias en el confinamiento justo cuando más personas morían, un Gobierno que se entretenía en cosas como tocarle las narices a los creyentes en plena Semana Santa o el trascendental debate sobre la Monarquía o la República. Pero ten presente una cosa, mi querido negacionista: el virus es real, las cifras son reales (o incluso cortas) y los muertos también. Y asumo mi parte de culpa, como periodista, por que los medios de comunicación no hayamos sido capaces de ofrecer imágenes de cadáveres, de familiares dolientes, de incineraciones masivas.

 

Asumo que en esta sociedad de postureo ("lo mismo un burro que un gran profesor: Santos Discépolo podría haber firmado esto ayer por la tarde y no hace noventa años) te guste ser la salsa de la sobremesa, recibir un like o pensar que eres un ser de luz en posesión de la verdad absoluta, que desafía a los poderes ocultos y que a ti no te la dan con queso. Te la están dando, mi querido negacionista, y más que al resto.

 

Porque es real. Porque quien suscribe habla con médicos, enfermeros y demás no solo de Ceuta, sino de todo el país. No se conocen entre ellos, por lo que difícilmente pertenecerán a la misma sociedad secreta. Y todos me dicen lo mismo: plantas reutilizadas, escasez (en el mejor de los casos) de medios, estres, ansiedad, advertencias a título de amistad de que extrememos la precaución... Pero solo tu sabes la verdad, porque para algo abres los brazos por la mañana y mandas un saludo a la Madre Tierra y el Sol en nombre de todos los seres vivos del planeta.

 

¿Sabes quien era Giordano Bruno, mi querido negacionista?. Alguien que estuvo doce años preso y acabó quemado en la hoguera, donde lo llevaron con un bozal para que no pudiera decir ni una sola palabra a las tiernas almas que acudieron a presenciar su ejecución. ¿Y Miguel Servet? Alguien que de no morir quemado lo hubiera hecho desangrado por las infecciones, ya que sus últimos meses los pasó en un presidio sin más luz que una vela y rodeado, literalmente, de su propia mierda. ¿Sabes cuales fueron sus pecados?. En el primero de los casos, defender el heliocentrismo (la tierra gira alrededor del sol y no al revés) y en el segundo defender la libertad individual de conciencia: puedo bautizarme, pero respetar a quien no lo haga. Eso, y creer en un Cristo más humano que divino.

 

Eso fue hace algunos siglos por lo que se entiende que a fin de cuentas fueron juzgados con la mentalidad de la época. Pero tu te has quitado la mascarilla, porque no perteneces al rebaño  y te han convocado a una manifestación para hacer lo propio. Tú te has presentado en el mismo centro de salud al que sin duda acudirías (y además, con exigencias) en caso de dar positivo para insultar a los médicos que hacían su trabajo, porque tenías ganas de fama y te ha parecido molón y revolucionario gritar "plandemia" o "coronatimo". Tu desconfías de la industria farmacéutica y por eso te vas a ver a un cantamañanas de la peor ralea a que te convenza de que esto se cura con un sorbito de lejía. Porque tu eres alternativo y  ti no te maneja nadie.

¿Sabes que, mi querido negacionista?. Que el mundo fue y será una porquería ya lo se; en el 506 y en el 3.000 también. Pero esto va de mucho más que de ganarle la partida a un virus. Porque la ganaremos, porque mientras tu compartes videos frikis en Youtube y dibujas un arco iris en la arena de la playa los hay que estudian y trabajan quince horas diarias desde hace meses. Pero hay algo más importante: que vosotros no ganéis, que no os hagáis con el control de la sociedad. Entre otras cosas porque a la gente de la ciencia la quiero investigando y curando y no, como ocurriera hace cinco siglos en Ginebra o el Vaticano, encadenados a una columna mientras arden leñas húmedas a su alrededor.

Mi querido negacionista