viernes. 19.04.2024

Para la libertad

Para la libertad soñaba el poeta con poner dos piedras de futura mirada. Para la libertad,  ciudadanos de este país, tras huir de un horror fraticida, no tuvieron reparos en dejar su vida en alguna batalla de la Francia de hace 80 años,   mártires en las calles de París o Normandía. En efecto: jamás tantos debieron tanto a tan pocos. Para la libertad, mil manifestaciones en nuestra transición; mil horrores, mil perdones, mil suspiros contenidos.

 

Para la libertad, centenares de policías, guardias, jueces o fiscales se fajaron durante décadas para luchar contra ETA: un movimiento que no era revolucionario, sino de limpieza étnica, fascista y nazi en todas sus formas. Por la libertad, por defender el derecho a pensar de manera diferente, muchos pusieron la nuca y otros las balas.

 

Para la libertad, se forman miles de personas con muchísimo esfuerzo cada año. Para que llegase este momento, miles de médicos y enfermeros entregándose hasta traspasar los límites de lo humano en estos meses. Han tenido que elegir a qué paciente dejaban a su suerte, sacrificando horas con sus familias y amigos. Han hecho de mano amiga en los últimos minutos, sosteniendo el móvil para la videollamada a la par que trataban de contener las lágrimas. No: unos aplausitos a las ocho de la tarde el primer mes cuando nosotros andábamos en pijama y ellos contando muertos no compensa. Para la libertad, miles de científicos en todo el mundo están haciendo un esfuerzo titánico, sin horas para descansar,  por fabricar más y mejores vacunas. Para la libertad, ha habido médicos y enfermeros jubilados que se han incorporado voluntariamente a luchar contra el mayor enemigo colectivo que ha tenido la Humanidad en más de ochenta años. Algunos, sabido es, lo han pagado con sus propias vidas.

 

Para la libertad, miles de efectivos de los Cuerpos de Seguridad, del Estado, Autonómicos y locales, están tirados en cualquier carretera. No para reprimir: para auxiliar o poner orden. Para la libertad, muchos jueces se van a tener que enfrentar al marrón de sus vidas ante la inacción de la clase política, quedándose desamparados ante la ausencia de un criterio jurídico claro. Para la libertad, muchos periodistas hemos gastado teclados durante horas en estos meses, devanándonos los sesos para distinguir la paja del grano, el rumor de la noticia. Para la libertad, organismos como el SEPE, la Seguridad Social o el IMSERSO, llevan meses reinventándose, entre cargas de trabajo, ataques informáticos y la desesperación de sus usuarios. Para la libertad, trabajadores de limpieza, supermercados o fábricas con una mascarilla como toda protección durante los peores momentos. Para la libertad, el consuelo y el beso de ternura en las residencias de todo el país; la atención a la persona con problemas mentales en estas semanas tan oscuras. Para la libertad, cientos de voluntarios arriesgando su propia vida con tal de que no faltase nada: Cruz Roja, Cruz Blanca, Banco de Alimentos, Protección Civil... Y estos últimos, sin necesidad de salir de Ceuta.

 

Para la libertad, miles de hosteleros y pequeños comercios en todo el país han hecho esfuerzos por adecuar los locales a las necesidades de la pandemia. De esos que pagan mejores o peores sueldos, pero pagan sueldos, y más o menos impuestos, pero tributan. Para la libertad, miles de profesores y alumnos en todo el país llevan meses calentándose la cabeza, entre ordenadores donde no los hay, horarios partidos y mil tretas para explicarles a los pequeños por qué no podían bajar al parque. Y prometo que tratar de responder a esto último me ha partido el corazón unas cuantas veces desde el 14 de marzo de 2020.

 

No sé si me leerás, querido borrachuzo del sábado por la noche en Sol, Grácia o la Alameda de Hércules entre otros. No sé si me leerás, tú que creías que un acto rebelde era improvisar una fiesta de fin de año sin mascarilla. No sé si te alcanzarán mis líneas, a ti que te creías liderando una revolución cubata en mano. Yo también hice botellón. Yo también tuve veinte años. Pero nunca consideré que aquello fuera un ejercicio de libertad. Y a mí no me sorprendió una pandemia en la qué, si yo llegaba con un "bichito", me podía llevar por delante a mis padres o abuelos. A mis padres: que lo hicieron lo mejor que pudieron, pero mi hermana y yo nunca supimos si había dinero o faltaban duros en casa. A mis abuelos: que crecieron en una Guerra Civil y posguerra, que tuvieron que tirar de ingenio, coraje y cartillas de racionamiento para sacar adelante, con la mayor dignidad,  a los suyos.

 

Por tanto, niñato/a de ojos brillosos y fotito "pa petarlo" en Instagram, tú que dabas vergüenza a la hora de un telediario que no viste porque estabas durmiendo la mona, para la libertad han trabajado millones de personas durante el último año. Y seguirán haciéndolo.  Tú, y no lamento darle un golpe a tu ego, no brindaste por la libertad. Si no te lo ha dicho nadie, me reservo el placer: simplemente, hiciste el gilipollas.

Para la libertad