Vaya por delante que soy una fiel defensora de la identidad y el sentimiento territorial. Vaya por delante que sé que durante estos años ha existido una inutilidad por parte del Gobierno, a la hora de afrontar la cuestión de Cataluña, que ha pasado factura. Un Gobierno que ha impuesto un criterio y ha dado la espalda a una realidad y a una muerte anunciada.
Y vaya por delante que, desde mi conceptualización federalista y no independentista, creo en el derecho a decidir. Pero un derecho que tiene que estar sujeto dentro de los parámetros democráticos, desde la Constitución, desde la Ley.
Este referéndum es ilegal y, como tal, ahora toca hacer un ejercicio de responsabilidad en un momento crucial para la unidad de España. El 1 de octubre no se puede convertir en el no a Rajoy, ni en una partida electoralista. El 1 de octubre tampoco se puede convertir en la salida de los inconformistas.
España está en juego, pero más que España está en juego la cohesión y el entendimiento.
Ahora mismo toca hacer política y dejar atrás un callejón sin salida de varias esquinas, los que quieren votar si o sí, los que usan este escenario para atacar al Gobierno, o los que únicamente hablan de diálogo, cuando esto último ya lo tenemos claro.
Yo no tengo la solución. Creo que en estos momentos nadie la tiene. Tampoco me veo preparada para exponer una idea desde la distancia, pero sí tengo la capacidad para insistir en este breve espacio de tiempo en el pensamiento de que el sentido común a veces libera muchos más conflictos, que cualquier otra herramienta . Y mi sentido común me lleva a recordar la frase de Eduardo Madina cuando dijo que a él no le emocionaba las banderas nacionales sino las banderas sociales.
Y es que, creo que se está engañando a cierta parte de la población que quiere la independencia y se está mezclando lo económico con el valor sentimental.
Tocar en el corazón es muy fácil, lo difícil es justificar esa salida y ser trasparente con las consecuencias. Y dentro de esa transparencia quiero a los partidos unidos. Quiero a un PSOE liderando esa batalla, como siempre lo ha hecho, y razonando en la línea de la protección del Estado, no es su rotura.
Unidad, porque como también dijo la gran Chacón - “No hay futuro para Cataluña en el enfrentamiento, en la división o en la fractura”. Y en esa unidad también quiero mencionar una reflexión de Rubalcaba cuando expuso que “cumplir las leyes es un principio democrático inexcusable. El primer principio democrático. Las leyes no son inmutables, claro que no. Bien lo sabemos aquí. Pero su cumplimiento es en una democracia es ineludible. Leyes que, entre otras cosas, dan poder a quienes no tienen ningún otro poder, que protegen los derechos de quienes no tienen otra forma de protegerlos. Eso es algo que la izquierda nunca puede olvidar”. Y el 1 de octubre no está sujeto a la Ley, ni siquiera a la tolerancia. Paremos esto.