En la ciudad de Barcelona, hoy se van a vender un millón de libros. Da igual si de autores conocidos, noveles, olvidados o del género que sean. Un millón de libros, en una de las festividades más arraigadas y universales de la capital catalana. Aquello del libro para el y la rosa para ella. En el resto de España. en este 23 de abril en que se conmemora la -teórica- coincidencia entre las muertes de Miguel de Cervantes y William Shakespeare se hace lo que se puede.
Incluso en una ciudad como Ceuta, tan pequeña, se nota que hoy el libro está de celebración. A Dayal Bandamal, 35 años le contemplan vendiendo libros. No solo los vende; también los disfruta. Rememoraba antes de la entrevista que nunca le interesó demasiado la historia, pero que a golpe de vender Posteguillos le picó la curiosidad y ha terminado, casi, por convertirse en un experto en Roma.
Porque en España "se lee, pero se edita mucho. Sobre todo a raiz del COVID y del confinamiento: estamos viendo un boom en la edición", nos comenta el gerente de 'Krispi'. Una duda maliciosa ¿se escribe por encima de lo que se lee en este país?. "Yo creo que si, que hay demasiados libros publicados en España al cabo del año para la gente que luego los lee", señala mientras observa un minúsculo pero coqueto rinconcito que parece ser un guiño al corazón de la Ciudad Condal. Dos mesas a pie de calle, con un cartel que anuncia un 10% de descuento este día, y varios libros con rosas o claveles. Esto oscila "en función de la temática".
No hay este año un 'superventas' que esté obligando a pedir muchos ejemplares del mismo, "si está viniendo mucha gente a por algunos títulos en concreto, pero sin ningún autor que destaque" como tal vez lo hicieron el difunto Carlos Ruiz Zafón, María Dueñas o Fernando Aramburu en las últimas dos décadas.Si recomienda, por ejemplo, 'No hagas montañas de granos de arena', de Rafael Santandreu, un libro que nos invita a mirarnos en nuestro interior y buscar las respuestas que, tal vez, no estén en el mundo exterior sino en la manera de afrontar los problemas.
El libro, pues, celebra su día. Con nuevos hábitos, con nuevas formas de afrontarlo. Diez años y algunos días después de que se nos fuera García Márquez, no es mal asunto ese de asomarnos a cualquier libro con la curiosidad con la que Aureliano Buendía veía el hielo por primera vez.