Hamed Abderraman, el "taliban español, Morad Duas y Hamsa Layachi tenían un objetivo muy claro: radicalizar a menores de la barriada de El Príncipe, hasta el punto de que llegaban a adaptar el lenguaje en el que se dirigían a estos chicos a las edades que tenían con el objeto de hacerles más entendible su mensaje. Es lo que han expuesto, en la tercera jornada del juicio celebrado en la Audiencia Nacional, los peritos que examinaron las grabaciones y que avalan, así, las tesis de la Fiscalía.
El supuesto 'modus operandi' era sencillo: se producían una serie de reuniones en la tienda "El Guantanamero" -propiedad de Abderraman, con un claro guiño a su pasado como preso en la base norteamericana-, prácticamente a diario, en la que se repetían mantras para conseguir la radicalización de personas "muy variadas" de El Príncipe. Al mismo tiempo, les trasladaban en su discurso "una serie de mensajes justificados desde un fin ideológico, basados en la utopía, el victimismo y la violencia, y pueden ir dirigidos a combatientes, mujeres, familias completas e incluso a menores", dicen algunos de estos peritos.
Luego, una nueva fase: la del 'buen y mal musulmán'. Según los peritos, los tres acusados les hacían ver que ellos eran los buenos musulmanes, los que seguían los designios de DAESH. El resto, evidentemente, en la clasificación de los malos musulmanes. "Si quieres practicar la religión musulmana, ser un buen musulmán, tienes que hacer lo que Dáesh dice", llegaban a afirmar. Los expertos introducen un matiz: no adoctrinaban a la gente necesariamente para cometer atentados, sino para que ejerciesen, a su vez, de adoctrinadores.
Los tres acusados se enfrentan a doce años de prisión, que en el caso de Abderraman podrían ser trece -puesto que se le acusa, además, del robo de unos vehículos- y en el de Layachi catorce, ya que en los registros policiales se le encontró también material estupefaciente.