En un contexto marcado por la incertidumbre y la ansiedad relacionadas con la salud, la ciudadanía ha redescubierto su afán por la prevención. Mascarillas y tests de gripe o COVID-19 vuelan de las estanterías de las farmacias, indicando un interés renovado en resguardarse de enfermedades contagiosas. No obstante, este auge en la demanda no ha tenido el impacto esperado en los precios, gracias a un excedente de productos que contrasta con la escasez inicial experimentada al inicio de la pandemia.
Según fuentes farmacéuticas, la tendencia al alza en la demanda ya se manifestaba antes de la reciente orden ministerial. Sin embargo, con la implementación de estas medidas, la demanda ha experimentado un incremento aún más pronunciado. A pesar de este aumento significativo, la estabilidad en los precios es un fenómeno destacable, marcando una diferencia clave respecto a los primeros compases de la crisis sanitaria.
Es relevante señalar que la abundancia actual de productos contrasta con la situación vivida al inicio de la pandemia de COVID-19, donde el desabastecimiento generó una escasez de suministros esenciales. En la actualidad, las farmacias cuentan con suficiente inventario para satisfacer la creciente demanda, y no se prevé un desabastecimiento a corto plazo.
El repunte en la compra de mascarillas y tests refleja una sociedad que, aunque más informada y prevenida, aún siente la necesidad de resguardarse ante la persistencia de la incertidumbre. La salud pública y las medidas preventivas se mantienen en el centro de la atención, y la disponibilidad de estos productos es crucial para satisfacer las demandas de una población que busca protegerse en medio de una realidad marcada por los desafíos sanitarios.