SUBMARINISMO

La pasión de ellos, el mar de todos

Ceuta cuenta desde la noche de este jueves con una nueva estatua. Ubicada en el Baluarte de los Mallorquines, donde tuvo su primera sede el Club de Actividades Subacuáticas, "Pasión del mar" homenajea a los submarinistas de todos los tiempos. Con especial recuerdo a aquellos que se sumergieron en las profundidades del mar y nunca más volvieron.

Sería presuntuoso afirmar que el mar no se entiende sin Ceuta, pero rigurosamente cierto decir que Ceuta no se concibe sin el mar. Algo que ha quedado patente a lo largo de la historia; testimonio de ello dejaron desde Homero a  Julio Verne en dos libros pasando por Dante o Luis de Camoens. La vinculación entre Ceuta y el medio marino es seña de identidad y carta de presentación ante el mundo.

 

Lo es no solo por el capricho de la geografía: esta propone, pero la historia dispone. Lo es también por tantas historias vividas alrededor de el o rescatadas de las profundidades. Podrían dar fe de ello Juan Bravo Pérez o Ernesto Valero, cuyo tesón demostró que la presencia fenicia en Ceuta no era una invención sino un hecho contrastable. Pueden hablar de ello Juan Díaz Triano o Francisco Luque Gallego: hombres situados en las antípodas ideológicas pero que han sido santo y seña hasta el punto de alcanzar la maestría y veneración entre los submarinistas ceutíes. Podrían corfirmarlo tantos y tantos que, como la mítica Alfonsina Storni, bajaron andando hasta la espuma para nunca volver a la superficie.

 

El mar fue su vida y, en algunos casos, el tránsito a la muerte. Su pasión. Y ese, la "Pasión del Mar" es el nombre de la última estatua que Ceuta incorpora a su ya vasto catálogo: ubicada en el Baluarte de los Mallorquines, donde hace 60 años nacía el Club de Actividades Subacuáticas. Un proyecto personal de Antonio Romero: escultor cuya huella es ya indeleble en el callejero de Ceuta. Con el apoyo de Alberto Gallardo, que dona la estatua con una condición: que sea un homenaje a todos los submarinistas, los hombres rana. Arqueólogos, pescadores, aficionados o buscadores de coral a los que el olor a salitre empuja a elegir el riesgo de las profundidades en detrimento de la seguridad y la rutina de la tierra firme.