jueves. 25.04.2024

“El 68,2% de los menores de edad han consumido alcohol en el último mes. Tras su consumo se constata un mayor número de relaciones sexuales sin protección o no consentidas”.

Este es el eslogan de la campaña 'Menores sin Alchol' que el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad se ha visto obligado a retirar, tras la gran polémica generada en las redes sociales, debido a su contenido machista.

Es precisamente el Ministerio encargado de la igualdad el que, una vez más, culpabiliza a la chica de una violación (violación que, por supuesto, no hubiera ocurrido si no hubiera estado borracha). La víctima vuelve a ser la culpable.

Esta es solo una muestra más del machismo que se puede observar diariamente en la sociedad. Los medios de comunicación y, más concretamente, la publicidad muestra en numerosas ocasiones una visión de la mujer cosificada.

Este machismo puede observarse desde los inicios de la publicidad. Si nos remontamos a los años cincuenta podemos encontrar anuncios que no solo normalizan, sino que también justifican el maltrato a las mujeres. Ejemplo de ello es el spot publicitario de una conocida marca de coñac, en el que una pitonisa recuerda a una mujer maltratada que su marido “trabaja muchas horas diarias y tiene derecho, cuando llega a casa, a encontrar un agradable recibimiento”, como justificación de la violencia que esta esposa sufre que, además, puede verse en el vídeo.

 

Esta campaña sería impensable en la actualidad, pero la visión de la mujer como un ser inferior, estereotipado y cosificado sigue presente en nuestro día a día. Muchas son las empresas conocidas que, a causa de sus anuncios, han protagonizado polémicas relacionadas con el machismo.

Algunas incluso, han sido denunciadas por su sexismo publicitario, como sucedió en 2006, cuando la Federación de Consumidores en Acción (FACUA), denunció a la cadena de electrodomésticos MediaMartk por una campaña publicitaria en la que aparecen dos mujeres bajo un cartel que las señala y dice: “verás las mejores delanteras del mundo”.

Es evidente que la sociedad ha evolucionado, puesto que las redes sociales se incendian cada vez que aparece un anuncio de similares características. Sin embargo, el hecho de que estos mensajes sigan apareciendo demuestra que todavía queda mucho para acabar con la larga lucha por la igualdad.

Una igualdad que tampoco se ve reflejada en los anuncios de juguetes, orienteados hacia un público infantil, en los que se sigue viendo que los juguetes dirigidos a los niños están más relacionados con el ocio, mientras que los orientados a las niñas se suelen relacionar con el cuidado de los hijos y las labores del hogar.


Este machismo, dirigido a los niños, es especialmente preocupante ya que demuestra que, desde la infancia, los roles sociales basados en el patriarcado y la desigualdad nos llegan desde todas partes.

 

Nacemos, crecemos y maduramos rodeados de machismo y en una sociedad en la que, en pleno siglo XXI, sigue pareciendo aceptable por muchos sectores de la población que la mujer sea inferior al hombre. Un machismos que se convierte en desigualdad salarial. Un machismo que se convierte en cosificación a la mujer. Un machismo que se convierte en violencia de género. Un machismo que mata y que viola. Un machismo con el que hay que acabar.

En este 25 de noviembre, el Día contra la Violencia de Género, es necesario recordar y analizar estos roles que se imponen. Unos roles que normalizan la inferioridad del sexo femenino. Hoy especialmente es un día en el que hay que recordar que la lucha contra el machismo es una lucha a favor de la igualdad, una lucha por la que todos, pero especialmente escuelas y medios de comunicación debemos apostar.

Si todos luchamos por eliminar estas muestras sexistas de la sociedad, si luchamos por la igualdad con hechos, educando y concienciando, quizá, con suerte, en pocos años no sea necesario celebrar este día, el Día contra la Violencia de Género, porque esta violencia habrá dejado de existir y entonces, solo entonces, habremos conseguido el objetivo.

No nos damos cuenta