En el piso de González de la Vega, propiedad de la Ciudad Autónoma, habita un hombre de avanzada edad, su hija y su nieta pequeña. "No somos okupas, dicen" La ciudad nos cedió la vivienda y tenemos los documentos que lo acreditan, aunque no es nuestra, ni podemos permitirnos hacer obras.
Los techos de varias habitaciones se han caído en varias ocasiones, debido a la humedad reinante, que mantiene los techos y las paredes, llenas de moho y condiciones insalubres, además de que sigue persistente el riesgo de un nuevo desprendimiento.
Tras la primera caída del techo, que casi cae sobre los habitantes, se notificó a la Ciudad el problema que realizaron una reparación de la vivienda. Pero muy pocos meses después el techo volvió a desplomarse, de nuevo afortunadamente sin herir a nadie.
Tras este segundo susto, y a pesar de haberlo notificado por registro en varias ocasiones, no ha habido respuesta por parte de la Administración, mientras que los inquilinos siguen viviendo en unas condiciones que describen como inhumanas.
Tras varias reclamaciones y peticiones de cita a la Consejería de Fomento, y de reclamar una reunión con el consejero, la familia encuentra "paradójico" que en el mismo edificio esté la Oficina de Fomento, para la Accesibilidad, perfectamente acondicionada, renovada y moderna, y un piso por encima, en el 1ºB, la casa se encuentre “a punto de la ruina”, por la inacción de Fomento, los responsables de arreglarlo.
La familia hace un llamamiento al presidente de la Ciudad, "no sabemos a quién más recurrir ya, dicen" para que solucionen el problema, puesto que cada día que pasa, la salud del habitante de este piso se resiente, por las condiciones de la vivienda.
