Hace casi tres años no lo sabíamos, pero las mascarillas estaban a punto de convertirse en un producto de lujo. El coronavirus ya se encontraba entre nosotros -en principio, un positivo aislado en un hotel de La Gomera-, pero la pandemia empezaba a avisar con fuerza la catástrofe que se nos avecinaba. Quedaban apenas días para que se celebrara uno de los partidos más dramáticos de la historia del fútbol: el Atalanta-Valencia de Champions en San Siro, en el que prácticamente todos los asistentes al estadio se contagiaron. Una "bomba biológica", en palabras del alcalde de la localidad italiana de Bérgamo, convertida durante semanas en la población con mayor tasa de COVID-19 del mundo.
Semanas después, la mascarilla se convirtió en obligatoria. Y escasa: las colas y listas de espera en las farmacias para adquirir un producto que se hipervalorizó -valga el palabro- y cuyo coste ahora ronda por debajo los cincuenta céntimos se convirtieron en habituales. Mascarillas para las escasas salidas a la calle, pero también para estar en contacto en casa con algún positivo que tuviéramos en el hogar. Multas por no llevarlas puestas y movimientos del Ejército -la Operación Balmis- para distribuirlas en todos los puntos del territorio nacional, que parecían más propios de una película de ciencia ficción que de nuestra realidad. Colectivos de voluntarios para elaborarlas de modo artesanal y dárselas a los efectivos policiales, sanitarios o los profesionales imprescindibles que estuviesen a pie de calle en aquellos momentos.
Hoy, por tanto, es un día histórico. Está previsto que el Consejo de Ministros apruebe el fin de las mascarillas en el transporte público. Barcos, autobuses o taxis en el caso de Ceuta, estaciones de metro y aeropuertos en el resto del territorio nacional se han convertido en el último reducto visible de aquellas normas contra la pandemia que paró el mundo.
Ojo: dejan de ser obligatorias, aunque siempre queda la voluntariedad de las personas a la hora de llevarlas. Solo en centros sociosanitarios, hospitales y farmacias, las mascarillas seguirán siendo obligatorias. Este martes aún lo son: el momento exacto en el que la mascarilla desaparecerá obligatoriamente del transporte serán las 07.30 horas del miércoles 8 de febrero, en el que se publica en el Boletín Oficial del Estado. Punto de destino, pues, a la ansiada normalidad por la que tanto suspiramos en aquella infausta primavera de 2020.
