Para el creyente, es milagro, para el ateo leyenda, pero en cualquier caso, es historia. Recapitulemos: Santa María de África, Patrona y Alcaldesa Perpétua de Ceuta, recibe una suplica desolada: la de unos envíados del Peñón de Gibraltar que acuden a implorar a la imagen protección para librar a la colonia británica de la peste que asolaba Europa y que nunca cruzó el Estrecho. Fuera por intersección divina o fuera porque otra serie de remedios -aquella otra historia de que la Iglesia autorizó la suelta de gatos para evitar la propagación de la epidemia a través de las ratas-, lo cierto es que aquello parece que tuvo efecto.
De lo que no hay duda es que el capítulo marcó. Y lo hace: la salve con la vista puesta en Gibraltar es uno de los momentos más icónicos y esperados de la procesión de cada 5 de agosto. Y el milagro al otro lado del Estrecho, en la Europa continental, sigue hinchando el pecho a los devotos de Santa María de África.
Desde este lunes, el cruce de miradas entre la Columna de Hércules y la imagen de Santa María de África es perenne. Lo posibilita un mosaico inaugurado por el presidente de la Ciudad, Juan Vivas y diseñado por el arquitecto Ángel Moreno, que es bendecido por el vicario Francisco Fernández Alcedo con la representación de prácticamente todo el mundo cofrade. Gibraltar y la Virgen de África se vuelven a encontrar; en un lugar, además, enraizado en la propia relación entre Ceuta y su patrona. No pocas teorías apuntan a que ese sitio, a escasos metros de la estatua de Santiago González Tablas, fue el que eligieron los devotos portugueses para introducir la imagen de la patrona en el templo que lleva su nombre. Una historia de hace 600 años y algunos meses que ahora deja otro señuelo más para la eternidad.