Esta no es la primera vez que se adapta la novela de James Clavell al medio audiovisual, pero se torna mayoritaria la opinión de que sí es la mejor, y sin duda Disney ha impactado presentando una de las mejores series del año (miniserie de diez episodios de una hora aproximada para ser más precisos).
La historia transporta hasta el Japón feudal del siglo XVII, en un momento histórico en el que el astuto lord Yoshii Toranaga hace peripecias para salvar su vida vida ante las conspiraciones de sus enemigos en el Consejo de regentes, que se alían contra él. Mientras tanto, un misterioso barco europeo aparece en las costas de un pueblo pesquero…
La fascinante ambientación de ensueño hace de esta epopeya una historia magnética, preciosista, emotiva, casi poética, sin renunciar a la acción o la intensidad que aportan las intrigas palaciegas o el fragor de las batallas. Un reparto eminentemente oriental, aunque con cuota occidental que aporta a la trama un toque de aquél El último samurai con Tom Cruise que supuso un taquillazo allá por 2003. La relación de éste (interpretado por Cosmo Jarvis), precisamente, con los autóctonos también posee alguna que otra reminiscencia a El guerrero número 13, protagonizada por Antonio Banderas; misma técnica la del extranjero que confraterniza hasta encajar en una sociedad muy diferente de la que hizo uso años antes, en 1999.
A los elementos citados, de probada eficacia hay que añadir unos personajes bien entrelazados, con carisma e interpretados con la fuerza y los matices que requiere la historia y que son aportados por un reparto con enorme oficio.
Se trata de una aventura con elementos clásicos, pero poco convencional, muy bien documentada y con una estética cuidada con todo el lujo de detalles que un gran presupuesto puede comprar.
La puesta en escena, tanto de la acción como de los personajes deja bastante evidente lo en serio que la propuesta se toma a sí misma, pero resulta el hecho más una virtud que un defecto, si contamos con la idiosincrasia de los señores feudales japoneses y todo aquello que rodea la cultura del honor y al arte de la guerra, que diría aquél.
La serie atesora todo lo que tiene de atractivo la cultura y la tradición japonesas, pero a la vez con la necesaria dosis de épica que la harán entretenida a ojos de todo tipo de públicos. Todo un acierto, un certero flechazo en el centro de la diana. Altísimamente recomendable y adictiva, especialmente indicada para aquellos que cuando conectan con el producto, ya no pueden parar. Luces tenues, una buena cena, una pantalla lo más grande posible, y que ustedes la disfruten…
JUAN CARRASCO DE LAS HERAS → [email protected]