Aún no ha cumplido 60 años, pero Augusto Ferrer Dalmau debe afrontar la edad adulta con esa sensación de quien ya sabe que tiene un hueco en la historia de la pintura mundial. Es el último pintor de batallas: un género que fue prolijo antes de que la fotografía lo desplazara casi de un plumazo en todos los conflictos bélicos del mundo.
Ferrer, del que pudimos ver una interesante exposición hace casi una década en el Casino Militar, es además un pintor viral. "De los contemporáneos, no hay un solo artista que pinte un cuadro y al día siguiente este se difunda en Facebook, Instagram, Twitter o incluso 'stickers' para WhatsApp. Es cierto que es uno de los mejores pintores vivos del mundo, pero es un fenómeno nuevo".
Quien así habla del pintor catalán es María Fidalgo Casares. Una mujer con un impresionante currículum, pero que está en Ceuta por ser considerada la mayor experta en la obra, no sólo inacabada sino en constante ebullición, de Ferrer Dalmau. La conferencia se refiere al arte pictórico en la Guerra del Rif. Un período que "si no fuera por Ferrer Dalmau, no habría sido pintado".
Pero ¿por qué es tan categórica?. Ferrer es un hombre que se permite "pocas licencias artísticas, aunque alguna si tiene", explica. "Se documenta hasta el más nimio detalle: si el dibuja una empuñadura de un arma, era tal cual. Eso hace que prácticamente todo lo que hay pintado de la Guerra del Rif lo haya pintado el". Inciso: hablamos de batallas, no de las consecuencias de aquel conflicto que fue "un verdadero trauma, no apetecía hablar de el" para la España de hace cien años.
En las tierras de Annual, no solo se escribía uno de los capítulos más desastrosos de la historia militar de España. También, en opinión de muchos estudiosos, el germen de la Guerra Civil. Ferrer Dalmau sigue resistiéndose a pintar, "sobre un conflicto al que la gente tiene tan ideologizada, que está tan presente en el día a día" por temor a que se le catalogue como simpatizante de uno u otro bando. "Quizá si este país cambiase mucho, se animará a hacerlo en quince o veinte años", pronostica. Será, pues, cuestión de desearlo. La visión, siempre fiel pero majestuosa, del 'Goya de las trincheras' sobre el conflicto se antoja como un auténtico deleite para los amantes de la pintura y la historia.
