La teoría conmunmente aceptada -y con fundamentos- es que las adaptaciones cinematográficas siempre empobrecen a la literaria, o que -Dios guarde a Clint Eastwood- libros de serie B, que perfectamente podríamos morirnos sin leer pueden convertirse en obras maestras del Séptimo Arte. Quien firma este artículo siente, por ejemplo, una mezcla de admiración y solidaridad por los guionistas que tengan que llevar "Cien Años de Soledad" a la televisión, tal y como se ha hecho posible cumpliendo con las condiciones de García Márquez: que fuera tras su muerte, rodada en Colombia e íntegramente en castellano.
Pero como en todas reglas, hay excepciones. Hay casos en los que no se sabe si el libro mejora a la película o esta a aquel, pero se está ante una obra maestra. Por ejemplo, con El Padrino de Mario Puzo... Y con Los Santos Inocentes. Considerada por muchos la mejor película de la historia de España, está basada en la obra de quien fuera "un hombre clarividente, al que hay que leer ahora más que nunca. Nos quedó la pena de no verle recoger el Nobel". Aunque quizá la pena fuera más para el Nobel que para Miguel Delibes; a este no le hacía falta buscar las respuestas en el viento sino en pueblos de Extremadura o Castilla...
Quien así habla del escritor vallisoletano es Javier Gutiérrez. El doble ganador del Goya ('La Isla Mïnima' y 'El Autor') se encuentra en Ceuta para interpretar sobre las tablas del Revellín a Paco el Bajo -Alfredo Landa- en el cine. "Sigue habiendo muchos señoritos Ivanes, vuelve la extrema derecha con fuerza en España y el resto de Europa. El ambienta la obra en 1968, y cincuenta años después está de plena actualidad".Quiere la casualidad que, a hora en que hablamos, Sergio Matarella, presidente de Italia, encargue a Giorgia Meloni la formación de un Gobierno...
Pero esa vigencia de Delibes ¿es por la grandeza del autor o por que nadie se ha acercado a llenar su hueco?. "Más por lo primero que por lo segundo, porque hay magníficos novelistas en nuestro país", puntualiza. A Gutiérrez le gusta volver a Ceuta, volver al teatro "sobre todo tras la pandemia. Se nota donde vamos que la gente tiene ganas de vivir, de encontrarse, de disfrutarse. Y un teatro sin público, sin la respiración, sin el calor, sin el sudor, sin el aplauso" no es lo mismo.
De hecho "el teatro parece que lleva en crisis desde los griegos, pero siempre se mantiene. En la actualidad, y más a raiz de la pandemia, la gente ha cambiado su forma de consumir cine, ya no es necesario hacerlo como yo que soy de los 'últimos románticos' que prefiere la oscuridad de una sala que la soledad del hogar. De hecho, ahora mismo veo más peligro para las salas de cine que para el teatro".
Delibes, queda claro, fue un visionario. Pero hace casi dos décadas profetizar que en internet no estaba el final sino la salvación de la industria del cine le costó a Alex De la Iglesia tener que dimitir como presidente de la Academia del Cine. "Cierto, Alex fue también un visionario. Entonces no se le entendió, pero el tiempo le ha dado la razón", dice entre risas.
A Javier Gutiérrez le gusta, también, otra comparación: la suya con Tom Hanks. Como el intérprete norteamericano, Gutiérrez era un actor de comedia y televisión, hasta que un papel le cambió la vida y el registro. En el caso de Hanks, fue el de un abogado homosexual con SIDA en Philadelphia. En el de Gutiérrez, el de un policía de vuelta de todo que acude a investigar un escabroso crimen en "La Isla Mínima".
"A esa película le debo mucho, en efecto dejé de ser un actor de comedia o televisión para que me ofrecieran otro tipo de papeles, más serios. Hasta no hace muchos años, los actores de televisión parecíamos denostados; ahora, y en parte gracias a plataformas de streaming, gozamos del mismo prestigio que los del cine".
No cesan los elogios hacia aquella película, y hacia su director, Alberto Rodríguez. "Su manera de afrontar las películas, de entrar en temas a los que no había llegado nadie, es algo necesario".
Los Santos Inocentes se escenifica esta tarde a partir de las 19.30 en el Auditorio del Revellín.
