martes. 23.04.2024

 

 

Hasta principios de siglo, la teoría comunmente aceptada sobre la población de Europa era la de que el homo sapiens había llegado al viejo continente a través del denominado corredor sirio-palestino. Los restos más antiguos -en torno a los 150.000 años- habían sido encontrados en excavaciones de Israel o Etiopía. Pero hace quince años, en una cueva pequeña y recóndita en Benzú, empezó a cambiar la historia de la prehistoria.

 

Se hallaban restos de industria lítica, de utensilios de caza, pesca y cocina. Con cronologías superiores a los 300.000 años. A Benzú, tal vez, le falta para coronarse como uno de los yacimientos más importantes del mundo lo hallado recientemente en Jhebel Iroud, a cien kilómetros de Marrakech. Restos humanos cuya antigüedad coincide de pleno con la cueva ceutí. A la falta de ese hallazgo de restos humanos, la ausencia de ese 'eureka', se refiere el arqueólogo municipal, Fernando Villada

 

Las distancias son considerables, aún hoy, entre Ceuta y Marrakech. Pensar, por tanto, que alguno de los individuos hallados en Jhebel Iroud pudiese haber estado en Benzú es terreno acotado exclusivamente para la imaginación más prolífica de los guionistas. Pero esta coincidencia espacio/tiempo no es baladí

 

La teoría de que la población del Viejo Continente no se hizo a través de Oriente Medio, sino de pequeñas embarcaciones en un Estrecho que hace 300.000 años tenía 200 metros menos de profundidad y un par de islas en medio, cobra fuerza. La historia de Europa, tal vez de la humanidad, pudo empezar a escribirse, pues, en esta zona del mundo.

Los hallazgos de Jhebel Iroud, un espaldarazo para la Cabililla de Benzú