Los servicios de limpieza, y las autoridades que los gestionan, están permanentemente sometidos a crítica y escrutinio. Es habitual, y lógico: va en el sueldo. Pero no se les puede culpar de que buena parte de las playas de Ceuta amanezca, prácticamente domingo, como un auténtico estercolero.

Por ejemplo, el caso de la Playa de la Ribera. Este céntrico pedazo de nuestro litoral ha amanecido esta mañana con restos de bebida, de comida... algo impropio de un lugar que es de use y disfrute de todos. De los que hacen el botellón y la fiestecita nocturna, pero también de los que hacen deporte, pasean al perro o toman los primeros rayos de sol a la mañana siguiente.

Claro que no solo ocurre en la citada playa: por desgracia, sucede lo propio en el resto del litoral y en buena parte del monte. Por desgracia, sucede lo mismo con los restos de los perros. ¿De qué sirve -habría que preguntarse- recoger los excrementos del animal en la bolsa y luego dejarlos tirados en el mismo lugar?.

E insistimos: es tan sencillo como, cuando se acabe de disfrutar de la velada con la luna y las olas de fondo -todos lo hemos hecho-, recoger las cosas en una bolsa y depositarlas en el contenedor más cercano. No es tan complicado.