domingo. 28.04.2024
HOMENAJE

Homenaje anual a los policías locales fusilados junto a Sánchez Prado

En un emotivo acto conmemorativo, Alfonso González Ojeda, hijo de uno de los policías locales asesinados, revive el sacrificio de aquellos hombres que defendieron la democracia frente al oscuro embate de un golpe, subrayando la necesidad imperiosa de preservar la memoria histórica en tiempos de peligrosos recortes de derechos constitucionales y el resurgir de corrientes ultraderechistas.

Homenaje a los escoltas de Sánchez Prado / Pablo Matés
Homenaje a los escoltas de Sánchez Prado / Pablo Matés

El legado de la historia se entreteje entre los hilos de la memoria colectiva, tejiendo relatos que reclaman ser recordados, rememorados y honrados año tras año. En un rincón de la memoria nacional, se erige el homenaje anual a los policías locales que fungían como escoltas del alcalde Sánchez Prado, hombres que fueron sacrificados en el altar de la defensa de la democracia durante un oscuro golpe que zarandeó los cimientos de la estabilidad y el orden.

Alfonso González Ojeda, testigo de aquel fatídico episodio, se erige como faro viviente de la memoria, con la elocuencia cruda de quien vivió en carne propia la tragedia que sesgó la vida de su padre, un guardia municipal arrancado abruptamente por la violencia de la época. "Vienen tiempos muy peligrosos de recortes de derechos constitucionales, que ha costado mucho esfuerzo conseguir", advierte con tono grave y penetrante, con la sabiduría adquirida desde las cicatrices del dolor y la perseverancia.

En un diálogo conmovedor y cargado de peso histórico, González Ojeda rememora la escena que quedó grabada en su retina infantil: "Tenía 9 años cuando vi a mi padre subir amarrado a un camión", susurra con una mezcla de dolor y firmeza, reviviendo el cruel despojo de seres humanos arrebatados por la tiranía de un régimen totalitario.

La esencia del homenaje se despliega con la entrega de una corona de flores ante la plaza que honra la memoria de aquellos policías sacrificados. Es un tributo que va más allá de las palabras, es un rito de resiliencia y resistencia contra el olvido, una afirmación rotunda de que la historia no puede ser relegada al rincón del desinterés.

En los tiempos actuales, en los que los vientos de la ultraderecha soplan con fuerza no solo en España sino en múltiples rincones del mundo, la voz de Alfonso González Ojeda resuena con una advertencia impregnada de historia y sabiduría: "No podemos olvidarlo, no podemos permitir que la historia se repita. El sacrificio de aquellos hombres debe recordarse como un faro que ilumina el peligro de ignorar las lecciones del pasado".

El legado de aquellos policías locales fusilados, simples cumplidores de su deber, se yergue como un recordatorio perpetuo de la fragilidad de la democracia y la importancia de salvaguardarla contra cualquier embate totalitario. En la memoria de Alfonso González Ojeda y en cada flor depositada en la plaza de aquel sacrificio, palpita la esencia misma de la lucha por la libertad y la justicia, un eco que resuena en el presente, clamando por ser escuchado y nunca olvidado.

Homenaje anual a los policías locales fusilados junto a Sánchez Prado