miércoles. 24.04.2024

 

Cuenta el relato de Gustavo Adolfo Bécquer que Maese Pérez, organista mayor de la Catedral de Sevilla, seguía entre las paredes de la seo hispalense aún después de su fallecimiento. El protagonista anónimo de la tarde de este Lunes Santo empieza una nueva vida, tras tres años y un día en prisión por un delito contra la salud pública. Pero, al igual que Maese organista, nadie sabía muy bien en qué parte de la Iglesia de África estaba. No se sabe si bajo el costal de algunas de las imágenes que procesionarán en los próximos días, si en la oscuridad de la cripta en la qué, curiosa casualidad, descansan los restos de una hija de los Duques de Medinaceli. Si en el despacho o la residencia sacerdotal. O, como aquel viejo músico, junto al órgano del templo patronal.  No importa donde pasara sus últimos minutos en cautiverio antes de recuperar la libertad; no importa donde reflexionara, llorara, se arrepintiera, diese las gracias o rezara.

 

Minutos después de la infructuosa búsqueda de un grupo de periodistas, aparecer con un chandal, la cara cubierta con un antefaz morado y dos ramos de flores. Recibe la felicitación de todas las autoridades mientras el director del Centro Penitenciario, Francisco Delgado, elogia su colaboración con el resto de internos y funcionarios de la cárcel y su buena conducta en prisión. Cualidades que le han valido para recuperar su libertad meses antes de acabar la condena. Seguramente sea lo que menos le importe, pero es el primer preso liberado en Lunes Santo. En el sitio exacto donde los portugueses trajeron, hace 600 años, una imagen bizantina convertida hoy en Patrona de Ceuta. 

 

Pero la historia de este Lunes Santo comienza horas antes. En la misma Capilla de Automovilismo en la que las imágenes del Cristo y la Virgen, Medinaceli y Dolores, esperan el turno desde el pasado sábado. Cientos de personas aguardan en las Puertas del Campo para presenciar una salida penitencial más de la Hermandad. Pero no es una más. Muchos fotógrafos, cofrades, público en general ignoran que están a punto de presenciar una de las salidas más amargas para los costaleros del Cristo y el Palio. Para todos los cofrades. 

 

La primera "levantá" del  Cristo no podía tener otra dedicatoria. Tanto Manolo Creo como su cuadrilla quisieron brindarla a Moisés Vázquez Morilla, costalero del Medinaceli fallecido recientemente a los 39 años de edad. "Está en el cielo, en el balcón de los buenos costaleros", decía el capataz con la voz entrecortada y entre las lágrimas de su cuadrilla. De los que estaban acostumbrados a que "Moi" fuera no sólo uno más, sino de los costaleros más entregados "al Melenas", como llaman cariñosamente los costaleros al Señor de Ceuta.

 

De ahí en adelante, una magistral salida, con toda la casta del mundo, para entrar por los Jardines de la Argentina y vivir el momento de la liberación, arrancado del Traslado para incorporarse en la procesión. El "liberto" no sólo llevaba dos ramos de flores. También "la ropa", el costal para meterse debajo del palio y completar la procesión. Primeros pasos como uno más. Bajo la trabajadera de una Virgen a la que los creyentes consideran como la madre de su libertador. Una historia digna del mejor Bécquer. 

Procesión del Medinaceli: rimas y leyendas en el corazón de Ceuta