viernes. 29.03.2024

¡Ojo con las proteínas!

Antonio Gil / Archivo
Antonio Gil / Archivo

Uno no deja de sorprenderse. Es raro el día en que no salte una noticia que eclipse a la anterior, es alucinante. Eso sí debemos prestarles mucha atención y profundizar en ellas para darnos cuenta de su verdadera dimensión, de su alcance y las consecuencias que pueden tener para nosotros, sobre todo para nuestra salud. Tengo que confesar que esta que os cuento me ha dejado impactado.

Desde el 1 de enero es de aplicación en todos los Estados Miembros de la Unión Europea, el Reglamento (UE) 2015 del Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de noviembre de 2015 relativo a nuevos alimentos; por lo que la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, dependiente del Ministerio de Consumo, en nota actualizada a 17 de enero de 2023, nos informa sobre la SITUACION DE LOS INSECTOS EN LA ALIMENTACIÓN HUMANA. Con lo que, para que quede claro, los insectos están incluidos en la definición de “nuevo alimento” en el nuevo reglamento, en la categoría de alimento.

Salvados unos requisitos, cualquier operador que quiera comercializar insectos para la alimentación humana en la Unión Europea lo podrá hacer. Dentro del menú ya están autorizados los cuatro primeros que son: las larvas del gusano de la harina (Tenebrio Molitor), la langosta migratoria (Locusta Migratoria), el grillo doméstico (Acheta Domésticus) y las larvas del escarabajo del estiércol (Alphitobius Diaperinus). ¡No me digan que no hay dónde elegir! 

Formas en las que ha sido autorizada su comercialización: Desecada, congelada desecada y en polvo. En polvo parcialmente desgrasado. Congelada, en pasta, desecada y en polvo. Dependiendo del bichito así será su presentación para el consumo humano. Si a esto le llaman innovación, paren que yo me bajo.

¡Ah! una cosita, el Comité Científico de la UE, la AESAN ha realizado una evaluación de riesgos microbióticos y alergénicos asociados al consumo de insectos, donde menciona los potenciales peligros derivados de este consumo, tales como: las resistencias antimicrobianas, reacciones cruzadas con crustáceos de tipo alérgico y la transmisión alimentaria de patógenos víricos, bacterianos, hongos, parásitos e incluso priones un agente, este último, muy infeccioso y con poder degenerativo, por lo que recomiendan cautela y seguir investigando. ¡Pero… si ya está autorizado para el consumo humano!

¿Acaso la búsqueda de nuevas fuentes de proteína para la alimentación humana, justifican un riesgo tan evidente como el que apunta el Comité Científico de la UE? Cierto es que en otros países y en otros continentes la ingesta de insectos es parte de su dieta, de su cultura culinaria, pero en la nuestra no. Cierto es también que si invocamos a la libertad de cada uno para comer lo que cada uno quiera estaría ejerciendo un derecho. Pero… ¿y si las proteínas te llegan a través de alimentos procesados, medicinas y cualquier otra forma sin especificar su origen? Ya andan diciendo que el valor proteínico de los insectos es bastante mayor que el de las carnes y lo rematan añadiendo que el impacto medioambiental en su producción es menor.

De momento, a todo al que se lo explico dice: ¡por Dios, que asco!

¡Ojo con las proteínas!