“Buenos días cariño, te he traído las flores que te gustan. Hoy es nuestro aniversario. He visto las fotos de nuestra boda. Éramos tan jóvenes… ¡Qué recuerdos! Las promesas que nos hicimos… todo lo que teníamos pendiente por hacer… la vida es tan injusta…no nos ha permitido que podamos hacer todo lo que teníamos organizado… pero recuerda que mi corazón siempre estará contigo… bueno, ya se ha terminado el turno de visitas y viene el auxiliar a llevarte al comedor. Mañana vendré a verte de nuevo”.
Día a día se lucha una batalla como familiar de una persona con enfermedad de Alzheimer. La familia necesita un apoyo psicológico para afrontar las dificultades a las cuales debe enfrentarse por el desconocimiento ante el proceso de dicha enfermedad. Situaciones de ansiedad, depresión, desesperanza… que resultan abrumadoras afectando a la salud mental y física. Gracias al apoyo psicológico, los programas de respiro familiar, centros de día, asociaciones, etc. se hace posible sobrellevar la carga emocional que puede ir acrecentándose con el avance de la enfermedad.
Según la OMS (2021) la demencia afecta a nivel mundial a unos 50 millones de personas. Se prevé que el número total de personas se triplique en el año 2050. Es por ello que cobra especial relevancia la labor multidisciplinar en el abordaje de la demencia, con la finalidad de que se posibilite la detección precoz, para que la intervención que se pueda ofrecer apoye y mejore la vida de las personas con demencia, la de las personas cuidadoras y familiares.
Para evidenciar la importancia del/la profesional de la psicología dentro de este equipo multidisciplinar, el Consejo General de la Psicología ha elaborado el siguiente
MANIFIESTO:
1.- El/la profesional de la psicología es una pieza clave en los centros de atención a personas con demencia.
2.- Las/los profesionales de la psicología son quienes están capacitadas/os para llevar a cabo la evaluación, diagnóstico y seguimiento del estado cognitivo, afectivo y conductual de la persona con enfermedad de Alzheimer.
3.- El/la psicólogo/a es quien puede dar pautas tanto familiares como a las personas cuidadoras sobre cómo actuar ante determinados comportamientos, pensamientos, etc. que pueden resultar estresantes.
4.- El/la profesional de la psicología es quien tiene los conocimientos para adaptar las intervenciones terapéuticas a las necesidades de cada persona.
5.- Las intervenciones conductuales y terapias no farmacológicas para el abordaje de los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia deben estar supervisadas y evaluadas por profesionales de la psicología, quienes conocen las técnicas de modificación de conducta que más efectividad tienen para el control de estos síntomas.