La fórmula es bien sencilla. Y no se trata de algo secreto y exclusivo como la de la Coca-cola, sino de una temática que lleva dando rédito décadas. La clave de la comedia se escribe desde un buen guion, diálogos con chispa y un reparto solvente especialista en el género. Precisamente se dan todos esos elementos para que esta propuesta que llega de la mano de Netflix en diez capítulos en esta primera temporada, y una segunda confirmada ya que no tardará demasiado en llegar, puesto que las plataformas en streaming suelen no dejar demasiado entre una y otra si la cosa tiene éxito. Y lo está teniendo.
Además de todas las partes que funcionan, también ayuda la duración de los episodios, de no más de media hora, que permite el consumo rápido en huecos libres de evasión mental y ayuda a esa sensación de ligereza divertida.
El cuarteto de amiguetes desgraciados que están viendo con suma desgana que su patriarcado llega al final y que se meten en un lio tras otro sin remedio y por exigencias de guion, está formado por unos estupendos Fernando Gil, Fele Martínez, Gorka Otxoa, Raúl Tejón (de verdad inmensos en sus trabajos, con una química enorme y dibujando personajes muy, muy divertidos), son la base de la historia. Un ejecutivo adinerado despedido de su trabajo, un dueño de restaurante, un policía local y un recién separado, todos con problemas de mayor o menor calado con sus parejas, forman el cuarteto de machos beta, puesto que algo les ha cambiado el estatus (que nunca lo fue en realidad) probablemente para siempre, aunque ellos aún no lo han aceptado y, como es lógico, se resisten a la decadencia.
En realidad no es más que la eterna historia de hacerse mayor, de perder el interés de los demás, de no sentirse protagonista, de la propia vida misma, que es de lo que suele ir el balsámico humor.
La serie, sin ser nada original ni nada del otro mundo, es adictiva y amable, te deja con ganas de más y esta es también la fórmula de un éxito que se traduce en reproducciones y en la popularidad que le da a un producto así el boca a boca de los abonados, que a fin de cuentas es lo que interesa a los productores de la obra.
Personalmente siempre he opinado que todo lo que toca Gorka Otxoa tiene su alta dosis gracia, este caso no es una excepción, sobre todo porque su buen trabajo está muy bien rodeado por un elenco tanto masculino como femenino que da que hablar. Una buena comedia que echarse a la retina siempre es recomendable e incluso de obligado cumplimiento en tiempos en los que las buenas vibraciones no abundan…
JUAN CARRASCO DE LAS HERAS → [email protected]