viernes. 03.05.2024

El maestro tranquilo

centauros
centauros

Podría sonar a exageración, porque sobre gustos, colores (o blancos y negros, si se trata de cine o fotografía), decir de alguien que se trata del mejor en su campo de todos los tiempos. Hablando siempre con la necesaria cautela que evite pontificar o catalogar categóricamente las cosas sin dejar lugar a opinión ajena, diremos que se cumple el 50 aniversario de la muerte de quien para un servidor es el mejor director que el cine ha dado. Y hay mucho y muy buenos.

Pero convendrán que no desentona esta afirmación sobre el gran John Ford si tenemos en cuenta títulos como La patrulla perdida, El delator y La diligencia en los inicios de su madurez profesional, o posteriores obras maestras como Hombres intrépidos, basada en varias obras de teatro cortas de Eugene O'Neill, El joven Lincoln, con Henry Fonda como protagonista, Las uvas de la ira, adaptación de una obra maestra de John Steinbeck,  el drama Qué verde era mi valle, Pasión de los fuertes, Los tres padrinos, Mogambo , El hombre tranquilo, la trilogía de la caballería (La legión invencible, Fort Apache y Río Grande), y las eternas Centauros del desierto y El hombre que mató a Liberty Valance. Pocos son los que tienen semejante número de grandes del cine en su haber filmográfico…

John Martin Feeney (verdadero nombre de John Ford), californiano de nacimiento, fue el decimotercer hijo (eran otros tiempos y hablamos de finales del siglo XIX) de un matrimonio de emigrantes irlandeses que regentaban una taberna. Afortunadamente optó por seguir la llamada del cine, recompensada con la eternidad y, entre otros galardones, cuatro oscars al Mejor Director por El delator (1936), Las uvas de la ira (1941), ¡Qué verde era mi valle! (1942), y El hombre tranquilo (1953), además de la nominación por su citado trabajo en La diligencia (1940).

De enorme influencia en su narrativa, Ford se movió con soltura por numerosos géneros, pero será su contribución al western, considerado por muchos el padre de todos los géneros, la que lo convierte en grande entre los grandes.

Figura clave en la trayectoria de un icono como John Wayne, cuya carrera no sería ni la sombra de lo que fue sin John Ford, también trabajó con otras estrellas del momento como Henry Fonda, Maureen O´Hara, Clak Gable, Ava Gardner, Lee Marvin o James Stewart entre otros muchísimos.

Destaca su carácter innovador, y fue pionero en técnicas cinematográficas como la toma de la "puerta de salón" y el uso de la profundidad de campo (viene a la cabeza ese “travelling” eterno y majestuoso de La diligencia que aporta la tensión que requería el momento. También era un consumado experto en construir personajes tridimensionales y en explorar sus relaciones interpersonales y emociones de manera profunda. Era una persona extremadamente inteligente y sensible encerrada en la cáscara de un tipo rudo, duro y arisco.

Decía de él Orson Welles, ahí es nadie, que “los tres mejores directores de cine que ha habido son John Ford, John Ford y John Ford”, y sin embargo él mismo se definía con estas palabras cargadas de sincera humildad: “No hago películas para crear obras de arte. Las filmo para pagar las cuentas”. “Mi nombre es John Ford y produzco películas del oeste”, decía a modo de carta de presentación. Podemos afirmar tras 50 años de su muerte y ahora que no nos escucha, que fue muchísimo más que eso…

JUAN CARRASCO DE LAS HERAS → [email protected]

El maestro tranquilo